Por Argentina Mónico

Y sin pensar llegamos a fin de año en medio de esta pandemia que aún continúa y que ha trastocado nuestra vida diaria, sembrando incertidumbre en nuestros corazones sin saber aún, qué nos deparará el 2021…
Resulta significativa la frase colocada como título, no sólo desde un sentido religioso, sino mas bien filosófico en relación a nuestra existencia; porque demuestra que a pesar de las dificultades que podemos encontrar, no estamos solos, nuestra Fe nos acompaña y nos permite vencerlas; teniendo presente la esperanza de un cambio hacia la mejora; y es desde esta mirada que podemos analizar lo transcurrido en este año que se nos va.
Para los cristianos la Navidad implica renovación, esperanza de cambio; un movimiento interno que nos permite renovarnos, cargarnos de energía para volver a empezar, para hacer un balance del año transcurrido.
Así la Biblia, nos invita a reflexionar acerca del camino a seguir, a sentir que mientras tengamos Fe es posible superar dificultades, porque por más adversidades que podamos tener, siempre habrá un mañana mejor.
El Verbo (Jesús) es la completa expresión de todo lo que es DIOS (Colosenses 1:19; 2:9; Juan 14:9). Pero Dios Padre es Espíritu. Él es invisible para el ojo humano. El mensaje de amor y redención que Dios habló a través de los profetas, no ha sido escuchado por siglos (Ezequiel 22:26; Mateo 23:37). A las personas les resultó fácil el ignorar el mensaje de un Dios invisible y continuaron en su pecado y rebelión. Así pues, el mensaje se hizo carne, tomó forma humana y vino a habitar entre nosotros (Mateo 1:23; Romanos 8:3; Filipenses 2:5-11).
Sin duda que la Fe es algo que se siente, es difícil de explicar con palabras ese sentimiento, porque trasciende el cuerpo y se refleja en otros, desde la acción diaria. Es así como ese Dios (Cristo, Allah, Jehová, etc.) es invisible para el ojo humano, pero sabemos que está y que nos acompaña en nuestro caminar.
Pero además el verbo es palabra y acción, una palabra que comunica el sentimiento más profundo que es el amor al prójimo, para transformarse en acción: ayudar a otros.
Hagamos entonces un balance de este año transcurrido, pensemos que no estamos solos y que nuestras acciones siempre repercuten en otros. Y reflexionemos sobre aquellos cambios que debemos hacer para lograr un mundo mejor, sin rencores, sin mentiras, sin hipocresía; donde prime el amor y la verdad por sobre todas las cosas.
A modo de reflexión, les comparto la siguiente parábola, para que cada uno saque sus conclusiones:
Jesús contó una parábola en Lucas 20:9-16 para explicar por qué el Verbo se había convertido en carne. «Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo. Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a Él, le tendrán respeto. Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros”.
¿Le daremos vuelta la cara al mendigo o extenderemos nuestra mano amiga? ¿Cultivaremos nuestra tierra con amor, o sembraremos la cizaña?

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