Por Javier Ricardo López

Sé que el hambre es una estatua
sin brazos ni palomas;
que el amor es noche oscura,
pero casa del relámpago;
que la vejez es la cara del sudario
y la cruz de cada nacimiento;
que la poesía es la imagen de un hombre
que me da la mano.
Sé que la palabra puede ser carne,
pero también cuchillo;
que el pan es la luna que cae
sobre los surcos sembrados;
que la muerte es el caracol del alba
en el ojo del ciego;
que la esperanza es nido de sueños
y canto de los pájaros.
