Juan Filloy, el hombre de los tres siglos

por Emilia Baigorria

En la literatura del presente sin duda hay raíces importantes, entre ellas la presencia de la palabra de Juan Filloy.

Trabajó desde muy joven como dibujante caricaturista y bibliotecario, árbitro de box y colaboró con el diario “El Pueblo” de la ciudad.

Se graduó de abogado luego fue juez.

Su actividad literaria fue muy amplia, recorrió todas las formas de los géneros literarios, novela, cuento, artículo, ensayo, traducción e historia; poesía; teatro.

Una de las características más historias de su estilo fue el humor cultivando sobre todo la ironía.

Fue un hombre excéntrico que eligió ser silencioso y trabajar incansablemente ganándose reconocimiento por toda su actividad.

Se lo conoce como el hombre de los tres siglos: nació en 1894, recorrió todo el 1.900 y falleció en Agosto de 2.000.

Utilizó las palabras “prohibidas” para la época y que aun no son frecuentes en la escritura como patrón de estilo. Filloy autodefinió a su literatura como terrenal, tomó recursos de la picaresca para entrecruzar características de las clases sociales con la novedad de incluir personajes vagos, atorrantes, malvados.

Era moralista, amante de la rectitud, de crítica feroz al militarismo y al régimen de la “década del 30”. Tuvo intercambio epistolar con Sigmund Freud y Bertolt Brecht.

Fue reconocida por escritores de la talla de Viñas, Borges, Saer, Marechal, Cortázar e influenció en la escritura de quienes se convertirían en íconos de la literatura como Julio Cortázar.   

Este escritor argentino que vivió ciento seis años, desconocido en gran medida aun por la gente de  letras, merece un acercamiento a su obra y a las curiosidades literarias que cultivó.

Parte de su obra, Gentuza, Tal cual, Periplo, Los Ochoa, Caterva, Vil y Vil, Yo, yo y yo y muchas más.

A propuesta de Mempo Giardinelli, quien se sintió impactado por su personalidad y su obra, participó del documental Don Juan, en el cual lógicamente fue su protagonista absoluto.

Queda la propuesta para acercarse a su obra y descubrir su sello en la escritura de Cortázar, por ejemplo.

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