Así como las personas, los números tienen su parte real y su parte imaginaria.
Como ellas, caminan por la tierra y el infinito. Se suman en el diario de la mañana,
para estar cada día más cerca de nosotros.
Y es el número de la edad.
Y es el número de los muertos.
Y es el número del hambre.
Y es el número de la deuda.
Y es el número de la espera.
Se amontonan como piedras dentro de uno.
Golpean las articulaciones.
Machacan los huesos.
Cargan el cuerpo.
Quitan el sueño.
Borran el sexo.
Y en este buscarse dentro del humo,
ahora encendido,
van las partes que no se encuentran,
en una absurda nube recién ganada por el mundo.
