El tiempo.
Silencioso, ineludible, lentamente me ha marcado con sus huellas.
No me quejo. ¡He vivido!.
En su esfuerzo denodado por enseñarme;
ha logrado sembrar en mí, varias de sus semillas, que hoy, son árboles.
Más aun faltan flores, nuevos frutos, nuevas semillas, que mañana, serán nuevos árboles.
En estos ciclos interminables de vida, todo cambia.
A cada instante, intento robar para mi bagage, un poco de la sabiduría del universo.
Todo cambia, incluso, las preguntas.
Irrelevantes se han vuelto el ¿cómo? y el ¿porqué?, interesante es ¿con quien? y ¿para que?.
No me pregunto nunca ya ¿quien soy? más me preocupa saber el ¿como soy?.
En cuanto al tiempo, ¿cuanto tiempo? ya no importa es más valioso saber ¿que haré con el?
Sigo cruzando a través de soledades, los misteriosos puentes de la vida, y se me olvidan
quizá los ¿hacia donde? pues, solo quiero sembrar esa simiente que en el alma de otros sea alegría.
