Por Argentina Mónico

Un día como hoy nacía mi tío Atuto Mercau Soria, músico y compositor catamarqueño, con quién compartiéramos en familia tantas guitarreadas en su casa de Lomas de Zamora (Bs. As.). Se casó con mi tía Ruth (Becha) Urien, quien bailaba como los dioses y tuvieron una hija, también compositora y dedicada a los instrumentos de percusión María Laura Mercau Urien, quién actualmente reside en Mar del Plata.
Atuto Mercau Soria, nació en Valle Viejo, provincia de Catamarca, fue guitarrista, pero también tocaba el piano, compositor e intérprete de la música folklórica argentina. Considerado uno de los precursores del boom del folklore que estalló en la década de 1950, dejó una huella profunda tanto en el escenario como en el cancionero popular.

Primeros pasos
En 1933, siendo apenas un adolescente, se trasladó con sus padres a Buenos Aires. Allí comenzó a acercarse con decisión al mundo artístico: actuó en peñas y se formó en el teatro junto a Oscar Ponferrada. Para 1939 ya había acumulado una valiosa experiencia escénica, pero decidió regresar a su tierra natal, donde permaneció hasta 1950.
Ese año volvió a la Capital Federal con un objetivo claro: profundizar sus estudios en el Instituto Nacional de la Tradición, dirigido por el reconocido folklorólogo Juan Alfonso Carrizo. Esta etapa marcó un giro fundamental en su carrera, al vincular la práctica artística con la reflexión académica sobre la tradición musical argentina.

Los Musiqueros del Tiempo ’e Ñaupa
A mediados de los años cincuenta fundó, junto a Polo Giménez y Gustavo “Payo” Solá, el conjunto Los Musiqueros del Tiempo ’e Ñaupa, al que se sumaron las voces de Pepe Consoli y Abel Figueroa. El grupo buscaba rescatar la esencia de la música tradicional y proyectarla hacia nuevos públicos, aportando frescura y fuerza renovadora al movimiento folklórico.
El cancionero
Mercau Soria fue un compositor prolífico, con piezas que hoy integran el repertorio clásico del folklore argentino. Su célebre “Zamba de la añoranza” es una de las más interpretadas y queridas, pero a lo largo de su trayectoria creó y colaboró en numerosas obras, muchas de ellas en coautoría con otros grandes músicos:
- Ando queriendo chayar (con Alberto Véliz)
- Cantale chango a mi tierra (con Polo Giménez)
- Canto serenatero (con Ramón Navarro)
- El querendón (con Héctor Ayala)
- Entre vino y aguardiente (con Oscar Valles)
- La chismosa (con “Payo” Solá)
- Las pocas penas
- Linda la vida mía (con Héctor Ayala)
- Mi desvelo (con Jorge Bouquet)
- Soy del Norte (con Miguel Ángel Trejo)
- Zamba del que se va (con Polo Giménez)
Estas composiciones, junto con muchas otras, forman parte del acervo cultural argentino, transmitidas de generación en generación en peñas, festivales y encuentros populares.
Legado
Más que un guitarrista y compositor, Atuto Mercau Soria fue un constructor de identidad musical. Supo enlazar tradición y modernidad, raíz y proyección, en un tiempo en que el folklore argentino se expandía con fuerza hacia escenarios nacionales e internacionales.

Su obra refleja la memoria de un país profundo, el pulso de los valles y las fiestas populares, y a la vez la búsqueda de un lenguaje artístico universal. Recordarlo es reconocer a uno de los hombres que cimentaron el camino del folklore moderno, un creador que aún hoy inspira a músicos y oyentes.
Y el Señor quizo llevarlo para que cante en el más allá, un 20 de marzo de 1994. Pero seguramente estarán festejando los Urien en el cielo, con la previa del cumple del tío René (ayer), el tío Atuto y mañana la de mi papá, Abel Mónico Saravia.
Catamarca… mi tierra natal
¡achalay!…que cosa linda…..
volverte a contemplar y luego regresar
llevando tu recuerdo que es mi vida
Volverte a contemplar y luego regresar
dejándote en mi adiós este cantar.

