Por Fernanda Rossi


Cada libro que tenemos en nuestras manos es el fruto de un largo viaje. Un viaje que comienza en el corazón de un escritor, donde las ideas germinan y crecen como semillas en un terreno fértil.
Escribir un libro, sea novela, poesía o ensayo, es una aventura que exige dedicación, pasión y locura.
Es sumergirse en un mundo de palabras, construir personajes que respiran y tejen tramas que emocionan, entristecen e inspiran.
Es un acto de valentía que nos lleva a desnudar nuestra alma, exponiendo nuestros pensamientos más íntimos, nuestros miedos más profundos y nuestros sueños más salvajes.


Es enfrentarnos a la hoja en blanco y ordenar el caos interior, dando forma a un universo propio que cobra sentido letra a letra. A veces, con la sensación de que nuestras palabras se perderán en el vacío, pero la necesidad de crear es tan poderosa que nos impulsa a seguir adelante, dejando que la historia fluya como un río.
Cuando esa historia se convierte en libro y el escritor lo tiene entre sus manos, es como contemplar un milagro.


Es el momento en que lo intangible se materializa, en un objeto que puede ser tocado, olido y acariciado. Sentimos una profunda satisfacción al decirnos:
«Yo lo hice»
Es como bailar alrededor de una fogata, celebrando la creación de un sueño hecho realidad.
Al compartir nuestra historia, abrimos una puerta para que otros entren y encuentren un fragmento de sí mismos. Cerramos los ojos y soltamos el libro, sabiendo que está listo para volar y despertar sueños en otros corazones.
Así me siento como escritora y lectora cada vez que tengo un libro, sea impreso o digital, en mis manos. ¿A vos? ¿Te pasa lo mismo?
“Escribir es un modo de soñar, y uno tiene que tratar de soñar sinceramente. Uno sabe que todo es falso, pero, sin embargo, es cierto para uno. Es decir, cuando yo escribo estoy soñando, sé que estoy soñando, pero trato de soñar sinceramente” J.L. Borges


Palabras muy ciertas, que sólo un escritor puede traducir de manera profunda, sumergiendose en ideas y pensamientos fantasmales que: como duendes misteriosos, escudriñando sueños, despiertan la rebeldía del que quiere expresar un sentimiento anudado en la garganta, que apretuja un dolor, deseo o padecer. Cuando eso se logra, se libera el alma y sentimos cómo la paz nos abraza.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es un camino, un fluir, un transitar. Cada uno lo internaliza según su sentir.
Gracias por su comentario!!
Me gustaMe gusta