Por Jorge Triviño Rincón

ODA A LA NAVIDAD
En el bello día
de natividad,
oí el dulce canto
de un caramillo,
y al agua de un pozo
cantar y cantar:
—Navidad, navidad,
navidad, navidad.
El aire y la tierra,
la luna y el mar,
se unieron, y en coro
dijeron con gozo:
—Navidad, navidad,
navidad, navidad.
Y el pleno universo
alegre y festivo,
la eterna sonata
también repitió:
—Navidad, navidad,
navidad, navidad.

LAS ESTRELLAS
En todas las noches,
desde mi ventana,
contemplo a la luna
cintilando hermosa,
y a miles de estrellas
colgadas del cielo.
¡Brillan y centellan,
cintilan, fulguran,
de admirable forma!
Son tan perfectas,
tan cautivadoras,
que de solo verlas
fascinan y encantan.
A veces presiento
que hablarme quisieran…
Algunas con luces
de variados tonos,
me alegran el alma
y me hacen sentir
inmensa alegría,
y una sensación
de agradecimiento
y estupefacción
a la Eterna Esencia,
y al excelso Dios
por ese regalo
que nos obsequió;
y nace en el fondo
de mi corazón
una gran plegaria,
íntegra de amor:
“—Señor por tu gracia
y tu eterno don
haz que nunca falte
en mi noble alma
el buen pensamiento,
y el sacro sentido
de admiración
al ver las criaturas
grandes y pequeñas;
el sol, los planetas,
las bellas galaxias,
y quiero ante todo
que jamás me olvide
que tú siempre vives,
cintilas, y brillas,
en lo más profundo.

JUEGOS
Una, dola, tela,
canela,
ramita
de breva.
Un niño ha nacido
en Belén
de Judea.
Un niño con alma
radiante,
preciosa,
ilumina
la tierra.
Posee tres dones:
caridad,
bondad,
y belleza.
La virgen le arrulla,
y nanas
preciosas
—de nuevo—
le canta.
El niño —dormido—
platica
al ángel
de amor
—en tanto—
su madre,
la nana
renueva.
Una, dola, tela,
canela,
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ramita
de breva…

LAS NUBES
Las nubes son motas de agua,
colgadas en el cielo azul;
son tan bellas, tan livianas,
y tan blancas como el nácar.
Bajan, suben, suben, bajan,
y de más agua se cargan,
y cuando están saturadas,
derraman prestas, la lluvia,
como una hermosa sonata.

IMAGEN DIVINA
Anoche asomó la luna
al través de mi ventana.
Era como una moneda
en el espacio colgada.
Se reflejaba en el agua
del estanque de mi casa.
Se movía y se movía
cuando el agua yo agitaba.
La miré con la alegría
de tenerla tan cercana.
Hendí mi mano en el agua,
pero ella se escapaba.
Esperé por algún tiempo,
hasta que el vaivén cesara.
La luna se fue escondiendo
tras una nube de nata,
entonces… cerré mis ojos
y la imagen —pura y fresca—,
en mi corazón estaba.
Ella se fue de mi vista
una noche veraniega,
pero aún la tengo guardada
en el espejo de mi alma.

