Del libro infantil «Ronda de la Vida»
Por Jorge Triviño Rincón

EL GALLO CANTADOR

El gallo kikirikí
el gallo kokorokó
estando en el árbol
cantó a la una,
cantó a las dos,
cantó a la estrella
que más brilló,
cantó a la luna,
y cantó al sol
cuando en la mañana
se despuntó
sobre las montañas
como un farol.
El gallo kikirikí,
el gallo kokorokó
a todo le canta
con gran ardor,
ardor que nace
de su corazón.
El gallo kikirikí
el gallo kokorokó
es un buen juglar,
canta porque sí,
canta porque no.
El gallo kikirikí
el gallo kokorokó
siempre tendrá
su canto mejor.
ki, ki, ri, kí,
ko, ko, ro, kó!
EL INGENIO DEL CARACOL

“Mi estrategia es muy sencilla
—Caracol dijo a la ardilla—:
consiste en ir por la vida,
consciente que cada paso
es solo un pequeño trazo,
que voy haciendo al pasar;
pero a medida que avanzo
formo una senda infinita
que nadie podrá borrar.”
MÍMESIS

Por las escuetas escalas,
despacio bajó la araña
moviendo con armonía,
y a compás sus ocho patas.
Nada había en el camino
más que polvo y secas lanas.
Por un instante pasó
el aire por las ventanas.
La araña se detuvo
pues el viento la empujaba.
Así permaneció un minuto
y una hora completaba,
parecía que había muerto,
lela, quieta, muda y sorda;
sin embargo era artificio
que la araña utilizaba.
MORALEJA
Cuántas veces en la vida debemos utilizar la valiosa inteligencia para lograr defender un principio, la moral, un sueño o una esperanza con el mismo proceder
que utiliza la araña.
GLU, GLÚ

Glu, glu, glú.
El bocachico cantaba
inmerso en una quebrada
y un sapo sobre una hoja
alegre lo acompañaba.
Glu, glu, glú.
Alegre le replicaba
una mojarra encantada
por la luz que penetraba
por una encina encumbrada.
Glu, glu, glú.
por el aire iba cantando
una ardilla voladora
mientras sonriente planeaba.
Glu, glu, glú,
voy coreando por la senda
cuando la tarde se acaba.
Y en el cielo de turquesa
una gaviota extraviada
glu, glu glú,
murmura, piensa y declara,
cuando se oculta el sol
tras la montaña dorada.
EL MILPIÉS

Por la recta senda
poblada de hierbas,
amapolas, grama,
lentamente avanza
un bello milpiés.
Sus pares de patas
marchan al compás
como las escuadras
de un batallón.
Su hermoso cuerpo
pulido y redondo,
es cual filigrana
hecha por un hada
con bastante amor.
Tiene la belleza,
donosura y gala,
de la luz del sol.
LA LIBÉLULA

La libélula
retozona,
li, lo, la, li, lo, la,
aletea,
aletea,
en el aire,
li, lo, la, li, lo, la.
Y sus élitros
de oro y plata
resplandecen
cuando luz
los traspasa,
li, lo, la, li, lo, la.
La libélula,
—bailarina—
gira y gira,
sobre sí,
sobre sí,
li, lo, la, li, lo, la.
Ufana vuela
y desciende
li, lo, la, li, lo, la.
Mueve sus alas
como hada
y a la vista
me da, me da,
gran solaz
li, lo, la, li, lo, la.
LA ABEJA MENSAJERA

De la colmena
salió una abeja
hacia un jardín,
volaba ufana
con frenesí.
Sobre una ceiba,
rondó y rondó,
y mariposas
halló y halló
sobre una flor
de madreselva;
y un picaflor
contempló atento
vertiendo trinos
al Arquitecto
de la creación.
Siguió el trayecto
rauda y veloz.
Voló y voló,
voló y voló,
voló y voló,
cual torbellino,
con cierta gracia,
magia y candor.
Un petirrojo
cerca pasó
y una cantiga
cual fresco vino,
suave esparció.
El aire tibio
surcó el espacio
como saeta;
como una savia
todo endulzó.
La errante abeja
—sílfide bella—
entró a una rosa
y libó miel
que dentro había
con gran fruición.
Volvió risueña
a dar noticia
a las amigas
con emoción.
De la colmena
partió un enjambre
de abejas regias
al rosedal.
Imagen bella…
¡Canto eternal!

Bella sonoridad que despunta en compases de lengua en lengua y tras los trinos.
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