Por Jorge Triviño Rincón
Los siguientes poemas, están extractados de mi libro de poesía infantil RONDA
DE LA VIDA, publicado en Colombia bajo el sello Editorial Harris, siendo yo mismo el editor, y con el apoyo editorial de mi gran amigo Juan Bautista Mejía. El libro fue editado en el año 1996, y presentado en El Banco de La República de la ciudad de Manizales.
Aquí con la poeta Ligia Acevedo y con el actor Javier Humberto Arias, en el auditorio.


EL GRILLO FLAUTISTA
El grillo toca la flauta
posado en un jazmín.
Su cuerpo está perfumado
con esencias de alhelí.
Mirando cual arlequín
en la rama de un guayabo
y con cierto frenesí,
admirado se halla un cuervo
vestido de negro satín.
Las notas que toca el grillo
despiertan admiración
en los pájaros del bosque,
quienes dicen circunspectos
con cierta tribulación:
—“Si pudiéramos tocar
de tan hermosa manera
toda nuestra vida fuera
solo risas y emoción.”
Un sinsonte que miraba
desde un árbol de ciprés
dijo con sabiduría:
—“No se preocupen por nada
y no busquen halagar.
Todos al ser creador
llevan sus oblaciones;
unos llevan sus dones,
otros llevan alegría;
algunos elevan canciones,
otros sus fantasías…
Procuren —por siempre dar—
los frutos del corazón
y así sabrán que el amor
es el mayor tesoro
que elevar pueden a Dios.”
RONDÓ DE LA ZARIGÜEYA

Doña zarigüeya
salió en la mañana
de su bella cueva
buscando la luz,
buscando el calor,
y oteó a la estrella
brillante: el sol,
en el horizonte
brillar con amor;
y se fue despacio
por el vasto bosque
de cedro y nogal.
Las flores loaban
al Gran Arquitecto
de la Creación.
“Gracias” —le decían
los sapos y ranas
y el magno abedul.
“Bendito tú eres”
—loaban ardillas.
“Gracias”—le dijeron
muchas mariposas,
y desde los árboles,
hermosas catleyas
y hasta el cielo azul.
Y cantó el arroyo
y las serias piedras
y dijeron —“gracias”—
ínclitas laderas
y valles sembrados
de trigo y arroz,
y las quietas nubes
entonaron prontas:
—“Gracias al Creador.”
Zarigüeya entonces
dijo agradecida:
—Gracias, gracias, gracias,
por la leve brisa;
por el aire, gracias;
por todo el encanto
que en cada criatura
emerge florida.
Gracias por el agua
y por siempre: gracias
por la eterna vida,
—que espléndida anida—
en mi corazón.

RONDA DEL IGLÚ
A Valeria, mi nieta
Gla, gle, gli, glo, glú.
El señor pingüino
vive en su palacio
de nieve y de luz.
Gla, gle, gli, glo, glú.
Y con la pingüino
en las noches juega
ronda del iglú.
Gla, gle, gli, glo, glú.
Giran, giran, giran,
unidas las alas
viéndose a los ojos
como miras tú.
Gla, gle, gli, glo, glú.
Así pasan horas
danzando y danzando
con gracia y amor,
gla, gle, gli, glo, glú.
