Religiosidad popular

Por Claudia Fernández Vidal

Siempre me ha llamado la atención los movimientos de fe en torno a las comunidades del Norte Argentino. La devoción de los pueblos de la Quebrada de Humahuaca, La Puna jujeña, la provincia de Salta bien adentro en la montaña para con su Madre Celestial, la Virgen.

Las procesiones y fiestas populares que siguen sucediendo a lo largo del tiempo de generación en generación manteniendo intacto su sincretismo. No es el dinero o los bienes materiales lo que provoca la devoción mariana de estos fieles que mayormente viven en zonas despobladas de todo lujo y confort. Así pues, en torno a una virgencita llevada en andas por caminos del cerro, flameando cintas de colores sobre su atril y luciendo un primoroso vestidito blanco con puntillas, la procesión avanza en silencio entre vientos, heladas y profundos soles.

¿Qué es lo que lleva a estos fieles a seguir manteniendo estas tradiciones a lo largo del tiempo? ¿La piedad popular católica es lo que conforma la religiosidad de estas zonas y predomina en los pobres?

Hay que destacar que dentro de estos movimientos religiosos hay organizaciones de mujeres que se juntan para preparar todo con anticipación. La ropa de la madrecita, los adornos, las flores de papel o plástico, los cantos, los rituales y las comidas tradicionales que acompañan a casi todas estas celebraciones.

Grupos de mujeres que desde su fe mantienen viva la Cultura Popular profundamente arraigada a su pueblo.

La mujer, una vez más congregando a otras mujeres, como hace siglos atrás, venciendo cualquier prejuicio o regla impuesta por lo que se denomina Cultura de monopolio o global o Cultura dominante.

Ya se sabe que la mujer ha sido siempre sanadora y que por lo tanto ha convocado grupos o pequeñas masas en torno a sus conocimientos y poderes. Son las voces y la fuerza reunida de las mujeres lo que permite que nos sigamos abriendo camino y venciendo el patriarcado.

Pensar que en la época medieval donde eran llamadas brujas por sus poderes sanadores, de poder de agrupar a otras, y por crímenes sexuales, donde la iglesia las consideraba herejes o contra la autoridad eclesiástica, eran exterminadas y mandadas a la hoguera o a la horca, padeciendo torturas y tormentos, por el solo hecho de poseer un poder sanador que rozaba con el misticismo y sobre todo
con la capacidad de curar de maneras poco ortodoxas.

La iglesia católica medieval anunciaba por ese entonces “cuando una mujer piensa sola, tendrá diabólicos pensamientos” … por lo tanto me permito deducir desde mi perspectiva que pensar en masas podría ser más benigno o culturalmente apropiado, pero también es una forma de perder la propia voz valiéndose solo del individualismo.

Brujas, hechiceras, putas, montaneras o bandoleras de los caminos han sido redimidas por el pueblo, ese pueblo que no conforma el poder hegemónico, sino que lleva adelante la llamada cultura popular, o de los pobres, o de la clase media y lo han logrado desde la Fe, desde la solarización de unos con otros, desde las creencias cargadas de misticismo que llevan a un grupo de personas construir pequeñas grutas a la orilla de los caminos, prender velas y adorar a una mujer que aunque haya tenido un pasado tormentoso rozando la ilegalidad, la transforman en santas y sanadoras.

Tal es el caso de Juana Figueroa, la Santa popular salteña, que perdió trágicamente la vida a manos de su marido, celoso y golpeador.

La Grinill, (1915) esa inglesa corajuda, bandolera rural, y de armas llevar que andaba por los caminos de la Patagonia Argentina y robaba para entregar algo a los pobres y murió asesinada después de batirse a tiros con los soldados patagónicos que se la tenían jurada, y después adquirió poder de sanadora de los caminos reivindicada a manos del pueblo, y las voces populares convirtiéndola en leyenda.

Tener un sueño es como poseer el caballo que siempre deseaste, el mejor de todos y del mismo modo que al caballo hay que montarlos y nunca bajarse de ellos”, Capitán británico (1806), con estas palabras sembraba en el corazón de otra mujer, Martina Chapanay, siendo niña aún en las Lagunas de Guanacache (Mendoza ) un fuego que la llevaría a luchar años después junto al Ejército de Facundo Quiroga en las guerras en favor de la Independencia.

Pero antes de esto había tenido un pasado poco eclesiástico, siendo redimida por el pueblo y llevada a la condición de Santa de las Travesías, años después, una vez más a voz del pueblo.

Las comunidades y creencias populares son capaces de rescatar del olvido a los héroes más humildes y llevarlos muchas veces a su canonización.

Publicado por calaviajera

Claudia Gabriela Fernández nació en la provincia de Tucumán. Diseñadora de Interiores de la Facultad de Artes de la UNT. Chef. La escritura es un camino que decidió incursionar frente a grandes interrogantes que se fueron sucediendo en su vida. Asistió y participó de talleres y antologías en la provincia de Tucumán. Su primer relato seleccionado fue en el año 2015 para Editorial Dunken en el libro A la Luz de los Caireles. En el año 2017 obtuvo la mención especial en el primer concurso de cuentos Eduardo Perrone organizado por el colectivo cultural independiente ESCUCHARA. En octubre de 2018 presentó su primer libro, POCHO Y LA UBALDINA UN PÌCARO DUENDE SOÑADOR, audio libro que va acompañado por una obra de marionetas. Proyecto con el que incursiona en escuelas y colegios con presentaciones para niños. Participó de la Expo Libros Salta en el Cabildo en el 2019 invitada a presentar también allá su libro. Cursó un postgrado de Escritura y Creatividad en la FLACSO Argentina, Facultad latinoamericana de ciencias sociales, una Diplomatura de cine argentino ficción y realidad en la UBA, y un taller de Dramaturgia que le ha dado las herramientas para el próximo proyecto, una comedia teatral. En diciembre de 2019 presentó su nuevo libro Historias Mínimas de un día Cualquiera en la casa Succar.

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