Por Jorge Triviño Rincón

Maese Francisco, acababa de rasgar sus vestiduras, y caminaba desnudo por un bosque cerca de la ciudad.
Los mirlos volaban tardíos a buscar sus nidos para descansar, y ya la noche, preparaba su manto purpurino.
El novicio recién tonsurado, se preparó para reposar su cabeza sobre una amplia raíz de un antiquísimo nogal, que aún permanecía cálida.

El joven de Asís se durmió arrullado por el sonido alegre del río. De pronto, una luz esplendente se condensó en una figura hermafrodita de belleza incomparable, sosteniendo una espada flamígera zigzagueante de luz azul en su mano derecha.
—Francisco: ¡Despierta!
— ¿Eres un enviado divino?
El joven abrió los ojos, sorprendido ante la visión que tenía frente a él.

—No te asustes, francisco. Soy tu ángel guardián. He venido acudiendo al llamado de tu corazón. He surgido del íntimo anhelo de tu ser.
Soy la concreción de tu ideal. Surjo de ti mismo, de tu alma límpida y pura. Existo desde el alborear del Universo manifestado.
Vengo porque quiero darte la clave magna que abrirá las puertas del sagrado templo…
— ¿Y qué debo hacer? ¡Mírame desnudo ante vos! ¿Cómo puedo hallar gracia ante los ojos del creador Supremo?
—Ya la tenéis, porque poseéis el germen de la fuerza de todas las fuerzas que existen en el Universo; la más sublime y poderosa. Es vuestro deber ir acrecentándola día tras de día; día tras de día.
— ¿Me habláis —preguntó— del amor?
— ¡Mirad a vuestro alrededor! Las piedras que pisáis tienen una fuerza cohesiva que mantiene unidos átomos a átomos. Los vegetales poseen esa misma fuerza, lo cual les permite crecer y buscar con sus ramas, la luz del sol; y en los animales y en el hombre, les hace sentir la fuerza dinámica y fecunda, despertando la sensibilidad y la consciencia…
El amor es el más poderoso generador del Universo. Todo movimiento es originado por el amor. Cuanto conoces y aquello que ignoras, existe por su eficaz influjo.
¿Recuerdas que hace tiempo, apareció en Belén un joven que realizó la obra redentora con la fuerza maravillosa del amor?
Él era un hijo de un carpintero, pero conocía el alma humana a la perfección, por esa razón llegaba a los corazones con parábolas sencillas como la del sembrador, como la del hijo pródigo y como la del viñador; pero ese conocimiento lo obtuvo, porque amaba con todo su corazón a la humanidad…
El santo de Asís iba agradecer; pero, así como había surgido, el ángel se difuminó en la sombra de la noche. Solo le acompañaban los cantos de los grillos y las luces de los cocuyos y luciérnagas; y en el inmenso espacio, titilaban alegres las estrellas.
—Hermano Francisco—. Parecían decirle todas las criaturas con dulzura.

