Día del escritor, en homenaje a Leopoldo Lugones

Por Silvana Irigoyen

Leopoldo Lugones es lectura devenida en escritura y acción. Sus ideas escriben políticas públicas en educación y arengas políticas.

Abordaba cuanta temática clásica o innovadora llegara a sus manos y seleccionaba cuidadosamente los tópicos para la investigación intelectual. Su pasión por el conocimiento universal y nativo lo convirtieron en un difusor de ideas como conferencista o catedrático; era un lector y escritor que pensaba en los futuros lectores, por eso, durante su gestión en la Biblioteca Nacional inauguró la sección infantil para promoción de la lectura en los infantes.


        EL HORNERO

La casita del hornero
tiene alcoba y tiene sala.
En la alcoba la hembra instala
justamente el nido entero.

En la sala, muy orondo,
el padre guarda la puerta,
con su camisa entreabierta
sobre su buche redondo.

Lleva siempre un poco viejo
su traje aseado y sencillo,
que, con tanto hacer ladrillo,
se la habrá puesto bermejo.

Elige como un artista
el gajo de un sauce añoso,
o en el poste rumoroso
se vuelve telegrafista.

Allá, si el barro está blando,
canta su gozo sincero.
Yo quisiera ser hornero
y hacer mi choza cantando.

Así le sale bien todo,
y así, en su honrado desvelo,
trabaja mirando al cielo
en el agua de su lodo.

Por fuera la construcción,
como una cabeza crece,
mientras, por dentro, parece
un tosco y buen corazón.

Pues como su casa es centro
de todo amor y destreza,
la saca de su cabeza
y el corazón pone adentro.

La trabaja en paja y barro,
lindamente la trabaja,
que en el barro y en la paja
es arquitecto bizarro.

La casita del hornero
tiene sala y tiene alcoba,
y aunque en ella no hay escoba,
limpia está con todo esmero.

Concluyó el hornero el horno,
y con el último toque,
le deja áspero el revoque
contra el frío y el bochorno.

Ya explora al vuelo el circuito,
ya, cobre la tierra lisa,
con tal fuerza y garbo pisa,
que parece un martillito.

La choza se orea, en tanto,
esperando a su señora,
que elegante y avizora,
llena su humildad de encanto.

Y cuando acaba, jovial,
de arreglarla a su deseo,
le pone con un gorjeo
su vajilla de cristal.

autógrafo

Leopoldo Lugones

Su vida vertiginosa rodó impulsada por pasiones, mística y tensiones. Una mente brillante que pensaba nuevos modelos de sociedades con educación, libros, un idioma popular y libertades, pero su apasionamiento ideológico político lo llevará a apoyar públicamente los incipientes gobiernos fascistas europeos y el Golpe de Estado de 1930 en Argentina, lo que lo ubicará en la polémica entre el círculo de intelectuales y lo conducirá a un ostracismos sin retorno.

El escritor condenado al ostracismo

Definir la obra de Lugones no solo abarca su producción literaria, sino sus tareas y escritos que fueron fundamentales para la reforma de la educación en aquellos años; como también las innovaciones realizadas en la Biblioteca Nacional que dirigió por 23 años para ofrecer libros y lecturas a los niños, docentes y ciudadanos que concurrían con asiduidad. No muchos lectores de su prolífera pluma conocen las múltiples facetas de este hombre de acción, que en una suerte de constelación de vidas paralelas, mientras dirigía la Biblioteca Nacional de Maestros, pudo diseñar una reforma para la educación secundaria argentina, viajar como conferencista renombrado al exterior,  representar a la ciencia argentina en Europa, y escribir obras literarias de la envergadura de “El ejército de la Ilíada”, “Las horas doradas”, “El payador y cuentos fatales”, “El tamaño del espacio”, “El ángel de las sombras” y “La Grande Patria”.

“Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada… Pacifismo, colectivismo, democracia, son sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado, es decir, al hombre que manda por su derecho de mejor, con o sin ley, porque esta, como expresión de potencia, confúndese con su voluntad. (…) El ejército es la última aristocracia, vale decir la última posibilidad de organización jerárquica que nos resta entre la disolución demagógica”.

Leopoldo Lugones

Más allá de las sombras que todavía pesan sobre la figura del escritor, sus luces literarias continúan brillando. Tal vez, en ciertos aspectos, la fortaleza de su pluma sigue conservando más poder que sus ideas de espada.

La soledad de su destierro intelectual y el encasillamiento de su figura por su viraje ideológico echaron sombra sobre el brillo literario de su prolífera pluma.

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