El ruiseñor, la ardilla y el conejo, Capítulo IV

Por Jorge Triviño Rincón

NOTICIAS

       El ruiseñor, habituado a entablar relación con sus dos compañeros, preguntó a su amiga la ardilla por el conejo, pero ella no supo responderle, ya que desde el día anterior había dejado de verle, y no tenía noticias de lo que pudo haberle ocurrido a su amigo.

        Pasados varios días y como nada sabían del pequeño, empezaron a preocuparse, pues querían saber en qué lugar se encontraba y si se hallaba a salvo.

       Un cuervo, que los oyó hablar, les interrumpió:

        —Disculpen que intervenga en la conversación, pero, ¿saben que por estos lados anda un cazador, acompañado de tres lebreles y que estuvo persiguiendo sin misericordia a su amigo conejo?      

       Nadie sabe qué pasó con el conejo que persiguieron, dicen tan sólo que no lo pudieron cazar, ya que logró escapárseles, y el cazador se fue triste con sus perros.

      — ¡Qué bueno saberlo!, temíamos por él. Esperamos que esté bien en cualquier lugar donde se encuentre —. Dijo con alegría la ardilla.

       — Bien. Ojalá podamos verle pronto. Es un buen amigo —respondió el ruiseñor.

       Desde aquel día nunca más le volvieron a ver. A veces la nostalgia por su amigo les invadía; sin embargo, guardaban la esperanza de que algún día volviera; pero nunca sucedió.

       Se acostumbraron a su ausencia y otros seres llegaron a sus vidas, pero jamás le olvidaron.

     

       La llegada de este nuevo vecino, alegró en grado sumo a nuestros amigos. La familiaridad con la que se trataban fue aumentado, generándose mayor confianza. Compartían cada vez más cosas y se tornaron más fuertes para enfrentar las lides de la vida.

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CAPÍTULO V

AUSENCIAS

        Un día, aciago para ellos, les llegó la noticia de que el conejo, su mejor amigo, había sucumbido a manos del cazador que le había perseguido tiempo atrás.

       La tristeza se hizo evidente en las almas del ruiseñor, de la ardilla, y del carpintero, que conoció su historia a través de sus compañeros.

       En sus corazones, guardaron su recuerdo como un precioso tesoro que la vida les había brindado. Su recuerdo se fue agigantando con el paso del tiempo y cada vez crecía más la admiración por él.  

       —La amistad —opinó la ardilla, un día en que lo recordó—  es como el agua: pasa, baña, penetra y limpia nuestras almas; luego sigue su camino, pero nada vuelve a ser igual.

       Deja en nosotros la sensación de belleza y nos enseña lo que es el amor sincero e inmaculado. Sin la amistad, la vida no tendría sentido—. Dijo y guardó silencio.

       —La amistad —adujo el carpintero—, es luz en medio de la oscuridad.   El alma del amigo llega a nuestras vidas y la llena de alegría. El alma de nuestro amigo es diferente, pero es de la misma esencia de la nuestra, y es por eso que admiramos en él lo que está en nosotros, tal vez dormido. El alma de nuestro amigo nos hace comprender que la verdad está en él, pero también está en el agua, en el aire, en la tierra y en el fuego…     

       —La amistad es el camino para comprender realmente al Ser, que está tras todas las cosas que vemos. Nosotros mismos, no lo podemos comprender, pero sí podemos hacerlo a través de los ojos de los demás. Quizá dando pequeños pasos en la comprensión de nuestros amigos, empecemos a entenderlo, y amarlo. Nuestros corazones lo saben al palpitar.   Él es el verdadero amigo. Es Él, el que está tras todo cuanto vemos. Todo cuanto percibimos, es la demostración de su existencia; así como nuestro recuerdo es la prueba de que nuestro amigo existió y jamás lo podremos borrar de nuestras almas, aunque pase mucho tiempo —puntualizó la ardilla.

       Pasado algún tiempo, el ruiseñor voló una tarde a buscar nuevos horizontes, sin despedirse. Nunca supieron—, la ardilla y el carpintero—, cuáles fueron las razones de su partida; lo asumieron con madurez y calma.

        Como el agua, otros seres llegaron a regar sus vidas para colmarlas de alegría.

       “La vida es renovación continua y permanente. Lo real, es que nada permanece. Todo cambia, pero siempre en marcha hacia lo mejor, y de lo mejor a lo óptimo” —dedujo con sabiduría la ardilla.

Fuentes:

• Cuento publicado en la Antología cuya temática es el bosque, en la HERMANDAD DE ESSIN. Disponible en AMAZON.