ENCOMIO AL ESPÍRITU HUMANO

Por Jorge Triviño Rincón

Mientras me hallaba en medio de un fuerte vendaval que azotaba nuestra ciudad, veía a la lluvia torrencial correr como río con su fuerte caudal, y sentía al viento hacer crujir las ramas de los árboles y a la gente, guarecerse protegiendo sus cuerpos del agua, mientras oía las noticias de las caídas de los árboles y de los vehículos atrapados; para asistir a la celebración de los setenta y cinco años de una institución educativa, pensaba en el empuje de la humanidad.

Cuando contemplaba los rostros alegres de los infantes, de las niñas y de los jóvenes, y les oía palabras de agradecimiento, de alegría y llenos de propósitos mediatos.

    — Yo quiero graduarme para servir—, una joven.

Fueron tantas las manifestaciones y declaraciones de iniciar una nueva vida, que pensé en El espíritu humano. La palabra Espíritu, corresponde a la consciencia humana. Son tales las facultades y fuerzas que tenemos, que es necesario enumerarlas y conocer su poder, para evaluarlas y saber qué aportaron al género humano; pero antes, veamos los alcances que han tenido en el devenir del tiempo.

Si miramos hacia atrás, hasta los inicios de la sociedad humana, nos daremos cuenta de que los seres humanos han creado sofisticadas herramientas para su uso personal, y para la manutención y defensa ante las fuerzas de la naturaleza.

Las cavernas que fueron cavadas —y algunas otras—, creadas por la misma naturaleza, le han brindado refugio; también se construyeron embarcaciones utilizando los recursos de la madre tierra. Fabricaron caminos de piedra, sembraron en tierras de lodo, elevaron monolitos y edificaron altas fortalezas. Supieron mediante conocimientos astrológicos logrados con la investigación de la madre Tierra, enrutar las edificaciones que servían como observatorios astronómicos y por el análisis minucioso de los ciclos; llegar a realizar calendarios exactos de las fuerzas de la naturaleza.

Concibieron alfabetos, crearon monedas, dejaron pinturas rupestres y petroglifos que contienen representaciones de sus quehaceres y de los animales que estaban en su entorno, aparte de legar a la posteridad conocimientos elevados.

Las sociedades antiguas tenían un contacto permanente con la madre Tierra y en su admiración hacia ella, conocieron secretos que la misma ciencia actual ignora.

Sabemos que tenían concepciones elevadas sobre las fuerzas que predominan en la naturaleza, y realizaron cultos a esas mismas fuerzas para dominarlas y así utilizarlas en beneficio propio.

Vivieron en fastuosos palacios de reyes y conocieron el manejo de minerales como el oro, el hierro y el bronce. Dejaron escritos en lenguas que aún no han podido descifrarse y en pergaminos que no se han podido leer.

Conocieron los pigmentos extractados de los minerales, de vegetales y hasta de los animales. Supieron de los secretos que guardan las entrañas de la Tierra. Auscultaron en las plantas hasta saber cuáles eran curativas y cuáles eran nocivas.

Realizaron tallas en piedras y construyeron ciudades enteras. Penetraron en las profundidades y cavaron ciudades subterráneas con luz y ventilación. Dejaron un acervo de conocimientos que asombran a la ciencia actual.

Pero, ¿cómo descubrieron las fuerzas subyacentes en cada ser humano? ¿cómo comprendieron que dentro de cada ser existen los mismos potenciales que obran en la naturaleza? ¿cómo se enteraron de su poder dinámico?

Sin duda alguna, hubo un contacto con entidades espirituales que guiaron a la humanidad en sus inicios y le mostraron cómo operaba el fuego en las entrañas de la madre Tierra, cómo se producía el vapor y cómo era una poderosa fuente que podía ser utilizada.

El fuego emanado de los volcanes y su poder para crear desolar y destruir, pero también para crear islas dentro del mismo mar, y el fuego generado por el roce de algunas piedras donde permanecía oculta, la chispa dormida en la yesca; le dieron vagas nociones de la manera que podía producirse fuego y mantenerse para dar calor a sus ateridos músculos y calentar las cuevas o cavernas en las noches de invierno y de frío. Descubrieron, además, que era posible construir pequeños refugios para guarecerse, observando a la misma naturaleza con los grandes troncos de gigantescos árboles y las salientes de las rocas; y así comprendiendo cómo generaba refugio para las fieras y demás seres. entendió el modus operandi.

Su capacidad de observación de los efectos y las causas, les abrieron nuevos pensamientos y les dieron comprensión de los fenómenos.

De tanto luchar contra las influencias hostiles, decidieron enfrentarlas con valentía y gallardía, y cuando las pusieron de a poco a su favor, nacieron sentimientos de agradecimiento y esperanza.

Cada ser humano, comprendió que debía aunar sus energías con los seres más allegados y entendieron que la unión de valores les daba un mayor poderío. Oyeron las voces y susurros de entidades espirituales que podían ver en sus sueños y que les iban guiando a través de sus vidas. Ellas estaban ahí pero debían dejar que el perfeccionamiento progresivo de la especie continuara su desarrollo y evolución a través del tiempo.

Entendieron la realidad no como fuerza opositora, sino como fuerza educadora y maternal.

El fuego, el aire, el agua y la tierra, se convirtieron en sus aliados. En vez de ser arrasados por el portentoso impulso del agua, se dieron cuenta que podían cruzar el agua mediante materiales que flotaban a la deriva y lograron conseguir la manera de guiarlos a un destino creado por sus necesidades.

El hombre necesitó protegerse del ingente calor, del extremo frío y de la lluvia y el viento, mediante el uso de las pieles de los animales que tuvo que sacrificar para saciar su hambre. De esa manera, protegió sus órganos vitales: su tronco, su cabeza y sus pies; pero además se concentró en crear armas para cazar y crear surcos en la tierra para sembrar los frutos que fue reconociendo como buenos para mantener y vigorizar su cuerpo.

Buscaron crear lenguajes de comunicación entre las diferentes razas, inventando símbolos gestuales y sonidos afines. De esa manera crearon fuertes lazos de amistad entre tribus y clanes que tenían necesidades diversas; entonces intercambiaron saberes, frutos, animales y minerales.

La sociedad se fue afianzando; pero necesitaban crear comunidades más amplias y poderosas, entonces nacieron los reinos y las dinastías que nombraban sus propios jefes, de acuerdo con el conocimiento y el coraje descubierto en cada uno de ellos; luego hubo guerras y reyertas para afianzar el poder y ampliar el territorio. Se crearon grandes ciudades en las altas cimas de las montañas, en valles y desiertos; a la orilla de grandes ríos.

Algunos abarcaron grandes extensiones territoriales y poderes magnánimos sobre amplios grupos poblacionales. Pero, surgen las preguntas: ¿qué facultades han llevado al género humano a conseguir el dominio de las fuerzas de la naturaleza?

Sin duda alguna, las potencias que dormitan en el interior de cada ser humano.

La voluntad, que se define “como una fuerza categórica del ser humano que le ha de ayudar a actualizar consciencia”. Albert Einstein, decía de ella:

“Hay una fuerza motriz, más poderosa que la electricidad y la energía atómica: La voluntad” 

Albert Einstein

Surgieron los alfabetos  —hago aquí la distinción y diferenciación—, ya que no hay una palabra más adecuada, pues solo existen otras palabras que podrían sustituirlas, pero no dan certeza, ya que el término alfabeto se aplica para el idioma griego y abecedario para el castellano.

En el próximo artículo, analizaremos todas las fuerzas existentes en el ser humano.

Mural de Diego Rivera Epopeya del pueblo Mexicano

Publicado por jorgeeliecertrivigno

BIOBIBLIOGRAFÍA Nacido el 27 de enero de 1958 en la ciudad de Manizales. Estudios de dibujo y pintura artística en Bellas Artes, Manizales. Escritor de literatura infantil y juvenil. Ganador de mención de honor y de recomendación editorial del Premio Andino y Panamá Enka de literatura infantil y juvenil, con la novela infantil: “Ricardo Caracol”. Obras disponibles en: www.lablaa.org del Banco de la República: “El canto de la cigarra” (Poesía infantil) y “Ricardo caracol” Otras obras: “Rosa la luciérnaga” Publicada en la Imprenta Departamental de Caldas en 1992. Ensayo de carácter espiritual. Se han publicado cuentos cada mes, desde mayo de 2015, hasta el 2016, en la revista literaria: “La letra errante” de México. Ensayos publicados en la revista digital: Tras la cola de rata. Pereira, Colombia: Juan Ramón Jiménez y la rosa, La imaginación creadora, Proceso de la imaginación creadora, Anima Mundi; Amado Nervo, la búsqueda de sí mismo, Ramón del Valle Inclán y la Gnosis, Semblanza de un amigo, Iván Cocherín el poeta; Barba Jacob, un corazón atribulado, El tesoro de los magos, Grandes enseñanzas en Blancanieves, La sabiduría oculta en las palabras, La verdad y la mentira, El amante del viento y de la rosa, El mayor engaño y el mayor olvido, Inexistencia del eslabón perdido, García Lorca: dramaturgo y poeta del encanto, Luis López del Mesa: gigante de América, El amor según la sabiduría, ¿Qué es poesía?, Amado Nervo: La búsqueda de sí mismo. “Apólogos” Colección Cumanday. Editorial Manigraf. Manizales, Caldas. Octubre de 2015. “Ronda de la vida” Libro de poemas infantiles. Octubre de 2016. Obras en colectivo: • Escritos en cuarentena, en el año 2020. Editorial Manigraf, Manizales, Caldas. • Medellín, Colombia. Voces literarias en el año 2020. • Voces literarias. Editorial Manigraf, Manizales, Caldas, en el año 2021 • Poemario Baja California del sur. México junio de 2021 • Antología Mariposas peregrinas. Editorial Ave azul. Ciudad de México. noviembre de 2021. • Ensayo La imaginación creadora. Junio de 2021. Editorial Magenta. • Ensayo La imaginación creadora, diciembre de 2021. Editorial The University Press of the South. Europa.

Deja un comentario