Por Jorge Triviño Rincón

El 24 de diciembre, se celebra en todo el mundo el día de la Navidad y nosotros nos preguntamos por qué razón.
Analizaremos los criterios de tan magno acontecimiento. En uno de los más hermosos villancicos, en Noche de paz, se asevera que esta noche es de luz, y realmente, es así.
Este día, es el día del rey Sol. Desde esta estrella palpita la vida de todos los seres: minerales, vegetales, animales y los seres humanos.
El espíritu radiante de belleza y de esplendor que gobierna esta estrella, es nada menos que el arcángel Miguel, que, además, es el jefe de los Ejércitos de Dios, y a él le está consagrado el día domingo.
En las diferentes teogonías del planeta Tierra, se celebra la fiesta de Navidad con diferentes nombres y de diversas formas:
En la tradición de la Iglesia ortodoxa, el 21 de diciembre se celebra la Fiesta de Santa Lucía. (fiesta de la sagrada luz). El Sol se halla en el lugar más alejado de la Tierra, dando a nuestro planeta una luz oblicua que calienta poco, pero es más espiritual.


En la tradición griega, se mantiene una hoguera ardiendo, para evitar a los malos espíritus y es bien sabido que la luz espanta a los espíritus malignos.
En la tradición cristiana y judaica, Jesús o Jehosua —pronúnciese Yesúa—, significa fuego, pero un fuego espiritual que es el que mantiene la vida de nuestro corazón.


En otras latitudes, Papá Noel, es quien trae los regalos a los niños. Si cambiamos la posición de las letras en la palabra, obtendremos la palabra León, que es el símbolo del signo zodiacal Leo, cuya fuerza radica en el corazón, y también se identifica con la luz.
En el budismo, el símbolo del corazón también es el del león blanco.

Santa Claus, es uno de los símbolos más reconocidos y está inspirado en la figura del obispo cristiano Nicolás Myra. Este obispo vivió en el siglo IV en Turquía. Era hijo de una familia adinerada, y se caracterizó por su humildad y vocación de servicio para con los demás. Tras la muerte de sus padres —a causa de la peste negra—, Nicolás, repartió sus bienes entre las personas más necesitadas, y luego se ordenó como sacerdote.
La denominación Santa Claus, significa Sagrada Luz, ya que Claus, si se utiliza la ciencia de la Kabalah fonética, la letra C y la S, tienen correspondencia con la Z; es decir: CLAUS, significa LUZ, de donde se deduce el significado anterior.
De todo lo anterior, podemos concluir que todas las religiones celebran la fiesta de la luz, y sabido es que hay un sabio adagio que reza: Dios es luz, Dios es amor. Ambos términos son equivalentes.
El Espíritu de Navidad es, pues, una realidad viviente para todos aquellos que han desarrollado en su interior el Cristo. La generalidad de los hombres lo sienten únicamente alrededor de los días santos, pero el místico iluminado lo ve y lo siente meses antes y meses después del punto culminante de Nochebuena. En septiembre hay un cambio en la atmósfera de la Tierra, empezando a resplandecer una luz en los cielos, y parece que envuelve todo el universo; gradualmente se hace más intensa y parece que envuelve a nuestro globo, para después penetrar en la superficie de nuestro planeta y gradualmente concentrarse en el centro de la Tierra, donde los Espíritus-grupo de las plantas tienen su hogar. En el momento de la Noche Buena alcanza su tamaño lumínico superior y su máxima brillantez.
Jorge triviño rincón
Entonces empieza a irradiar la luz concentrada y a dar nueva vida a la Tierra para que este impulso pueda responder a las actividades de la Naturaleza durante el año venidero. Éste es el principio del gran cósmico drama “De la Cima a la Cruz” que se representa anualmente durante los meses de invierno. Cósmicamente el Sol nace en la noche más larga y obscura del año cuando Virgo, la Virgen Celestial, está en el horizonte oriental a la media noche para alumbrar al niño inmaculado.

En Navidad, las actividades físicas de la naturaleza están en su apogeo; por lo tanto, en las noches de la mitad del verano se celebran los grandes festivales de las hadas que han trabajado para construir el universo material, nutriendo el ganado, cultivando el grano, y en tales momentos están saludando con alegría y alborozo y dando las gracias a la oleada de fuerza que es su instrumento para moldear las flores en la asombrosa variedad de matices delicado, requeridos por sus arquetipos y dándoles las tintas de colores infinitos que son el deleite del artista y del desespero al mismo tiempo. En la noche más grande de la alegre estación del verano, estos espíritus de la naturaleza se congregan y saltan de los pantanos y de la floresta, de las cañadas y de los valles al festival de las hadas.
Realmente estos seres cuecen y elaboran sus alimentos etéricos y después del banquete danzan en éxtasis de alegría. La naturaleza tiene un trabajo que hacer y requiere la cooperación de todo lo que quiera justificar su existencia y continuar formando parte de ella. Esto se aplica a la hierba y al planeta, al hombre y a la bestia y también a las hadas. Estos seres tienen su trabajo que hacer; son huestes activas, y sus actividades son la solución de muchos misterios de la naturaleza, como ya hemos explicado.
Ahora nos encontramos en el otro polo del ciclo anual, cuando los días son cortos y las noches largas. Hablando físicamente, las tinieblas gravitan sobre el hemisferio septentrional, pero la oleada de vida y luz espiritual que será la base del desarrollo y progreso del nuevo año se halla ahora en su máximo poder y altura. En la noche de Navidad, cuando el signo celestial de la Virgen Inmaculada está en el horizonte oriental a la medianoche, el Sol, del nuevo año nace para salvar a la humanidad del frío y del hambre que seguirían si se suprimiera o contuviera la manifestación de esta luz. En el momento en que nace el Espíritu de Cristo en la Tierra y comienza a fermentar y fecundar los millones de semillas que las hadas fabrican y riegan para que los hombres y animales puedan tener alimento físico. Pero el “hombre no vive de pan solamente”. Importante como es el trabajo de las hadas queda pálido por su insignificancia cuando se le compara con la misión de Cristo, que nos brinda cada año el alimento espiritual necesario para avanzar en el sendero del progreso, para que podamos alcanzar la perfección en el amor, con todo lo que ello implica. Es el advenimiento de este amor y luz de maravilla que nosotros simbolizamos por las lámparas encendidas en el altar y el tañido de las campanas por Navidad que cada año nos anuncia las alegres nuevas del nacimiento del Salvador, pues para el sentido espiritual, la luz y el sonido son inseparables, la luz es coloreada y el sonido está modificado con arreglo a su nota vibratoria. La luz de Navidad que brilla en la Tierra es áurea, induciendo los sentimientos de altruismo, alegría y paz, los cuales ni aún la gran guerra puede anular completamente.
jorge triviño rincón
Ojalá cada uno de nosotros pueda escuchar el Gloria in excelsis Deum.
“Paz en la Tierra y buena voluntad entre los hombres”, el día de la celebración del nacimiento de Jesús El Cristo; además, Cristo significa PAZ.
Ojalá que cada uno de nosotros, pueda sentir esa luz brillar en su corazón y el sentido de caridad y amor hacia toda forma de vida se fortalezca.
Mi más caro anhelo, es el resurgimiento del amor en cada ser que habita en nuestro planeta.

