Una pirámide en «El mundo del silencio»

Por Guadalupe Yaujar Díaz

Una de las necrópolis más espectaculares del mundo es la denominada Cristóbal Colón, en La Habana, con sus 56 hectáreas y más de un millón de sepulturas que, por su valor escultórico y arquitectónico, hicieron que fuera declarada Monumento Nacional de Cuba.

Se trata de uno de los monumentos funerarios más visitados, considerado por muchos especialistas como el segundo de mayor importancia mundial, detrás del Monumental de Staglieno, en Italia.

En la capital cubana existen 21 cementerios, de entre los que sobresale el de Colón, ubicado en la esquina de Calzada de Zapata y Calle 12, en el barrio de El Vedado. El Cementerio Colón posee más de 56000 mausoleos, capillas, panteones, galerías u osarios, en los que están enterrados más 2 millones de personas.

Cuenta con una gran cantidad de obras escultóricas y arquitectónicas, y este detalle da argumentos a muchos expertos para considerarlo entre los más interesantes del orbe junto con otros como el de Génova en Italia, Piere Lachaisse, en París, y uno de Barcelona, España.

Sus tumbas, en las que el hombre puso de relieve su condición económica, erigió en este mundo de silencio verdaderos palacios para sí o sus seres queridos y otros sepultados con modestia y hasta en la tierra.

Otras son sencillas bóvedas de terrazo que se han hecho famosas porque están asociadas a leyendas o mitos populares.

Los monumentos más majestuosos del cementerio se encuentran a ambos lados de la Avenida de Colón en la entrada norte, se le llama Zona de Monumentos de Primera. Todos fueron construidos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Todo un gran escenario fastuoso se levanta al traspasar su puerta principal en este camposanto, en el cual está premiado el ingenio. El arco de entrada es impresionante con un conjunto escultórico en su punto más alto preparado en mármol de Carrara, de 34 metros de longitud por 21,66 metros de altura por toda la portada.

Posee la siguiente inscripción en latín: «JANUA SUM PACIS» (Soy la puerta de la paz). Descrita como las Tres Virtudes Teologales y representa la Fe, la Esperanza y la Caridad.  Fue obra del arquitecto español Calixto de Loira, mientras los relieves de las esculturas en mármol son del cubano José Villalta de Saavedra.

La zona más antigua del cementerio, es la que se encuentra a la izquierda de la entrada principal y lógicamente es allí donde se encuentran los panteones más antiguos. Calles, manzanas y lotes componen esta ciudad mortuoria. Los especialistas lo consideran un verdadero monumento arquitectónico de la antigüedad, además de ser el único cementerio americano dedicado al gran navegante genovés.

El decursar de este camposanto comenzó en 1854 cuando el gobernador Marqués de la Pezuela tuvo la idea de construir una nueva necrópolis por lo insuficiente del Cementerio de Espada, ya viejo para ese entonces.

De ahí que se autorizara por Real Decreto del 28 de julio de 1866 su construcción y las obras comenzaron el 30 de octubre de 1871, que concluyeron 15 años posteriores, el 2 de julio de 1886.

La réplica de una pirámide

Una de las construcciones más interesantes y visitadas es la del ingeniero cubano José F Matta, que descansa en una réplica en miniatura de una de las famosas pirámides de Egipto.

El sepulcro de Matta, de peculiar estructura, aunque muy sencillo, atrae sobremanera la atención. El proyecto, de autoría desconocida, algunos lo atribuyen al propio Matta; otros, a sus discípulos y colegas.

La pirámide que guarda los restos de Matta se construyó en piedra de cantería y es 60 veces más pequeña que sus homólogas egipcias.

Ubicada en el cuartel noroeste de la Necrópolis de Colón, Calle E y calle 2. Cuartel N. O. Cuadro 8, está clasificada por los especialistas cubanos de Patrimonio como un monumento de primera.

A su interior se accede por una pequeña puerta de hierro que lleva a un nivel más bajo, como en las pirámides orientales, donde descansan los restos del ingeniero José Matta.

Está construida con piedra de cantería y la herrería presente en la puerta de acceso, también ornamentada con motivos de las artes decorativas egipcias, permite divisar el interior de la tumba; interior que se encuentra desprovisto de ornamentación y no reproduce la forma exterior, sino que curiosamente es abovedado, pues se empleó la bóveda de crucería para soportar la estructura. La entrada, se encuentra enmarcada en un pórtico; en el frontón que sobresale y remata la parte superior de este, se encuentra una esfera con alas, símbolo de la brevedad de la vida terrenal.

Interesante resulta que, al parecer, Matta no se sintió nunca como un faraón ni deseó ser enterrado como tal.

Se ha dicho que la preferencia y los gustos del destacado arquitecto por la cultura del Valle de Nilo, incidieron en la elección de esta variante estilística arquitectónica proveniente de la antigüedad, para el lugar donde eternamente fueron a reposar sus restos.

Algunos llegan a pensar que él mismo la proyectó para su morada final, siguiendo el criterio de que los faraones preparaban sus tumbas antes de morir.  Otros afirman que, conocedores de la admiración del maestro por el arte antiguo, fueron sus propios discípulos y colegas los que decidieron levantarle el sepulcro con estas características. Pero, hasta ahora, hay mucho de leyenda en torno a esta historia.

Fue él un profesional que dedicó su vida al trabajo y dejó su impronta en proyectos tan importantes como los hoteles Plaza y Sevilla y la Lonja del Comercio.
Matta, fue fundador del Colegio de Arquitectos de La Habana, el cual presidió hasta su repentina muerte ocurrida en junio de 1919.

Una sencilla placa de bronce junto a la puerta de su pirámide recuerda la huella de admiración de los que quisieron perpetuar su recuerdo. Allí puede leerse:

“A la memoria de José F. Matta. El Colegio de Arquitectos de La Habana. 1920”.

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

2 comentarios sobre “Una pirámide en «El mundo del silencio»

  1. El cementerio Wadi Al-Salam (Valle de la paz, en árabe), con 607 hectáreas de extensión, y con mas de 10 millones de sepulturas, impresiona por su cifras. Se lo fundó en el siglo VII y se encuentra en Najaf, en Irak. Es el mayor cementerio del mundo. Tiene más de 1.400 años.El cementerio de La Almudena es el camposanto más grande de Europa Occidental en activo. Fue completado en 1925 y ampliado en 1955 y 1970. En 1973 se construyó en su interior el primer crematorio que hubo en nuestro país (ahora hay 537, récord europeo).Père Lachaise (Francia) viene en decima posicion.

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