Por Jorge Triviño Rincón

Buscando en los anaqueles de mi biblioteca, me encontré con un cuadernillo de poesía bellamente ilustrado, de la editorial Panamericana de Colombia.
Es una selección de poemas del gran escritor y poeta Víctor Hugo, con traducciones de escritores colombianos como José Asunción Silva, Rafael Pombo, Ismael Enrique Arciniegas, Rafael Núñez, Gregorio Gutiérrez González, Carlos Arturo Torres, Fidel Cano, José Manuel Marroquín, Guillermo Valencia, Julio Áñez, Carlos Arturo Torres, Mercedes Álvarez de Flores, José María Rivas Groot, y Miguel Antonio Caro, además del venezolano Andrés Bello.
Una pléyade de escritores, poetas, ensayistas y hasta presidentes de la República de Colombia, componen estas traducciones.
La importancia es trascendental, pues para publicar la selección, fue consultada como fuente los archivos de La Biblioteca Nacional de Colombia.

La investigación y selección fueron realizados por Carlos Nicolás Hernández Camacho, oriundo de Santander, Colombia. Filósofo y editor, y autor de la publicación Biblioteca Colombiana Ilustrada; también es gran un investigador de historia y sobre todo, de Simón Bolívar y Santander.
Pero para ponerlos en contexto, debo agregar la importancia de Andrés Bello, quien fue un filósofo, jurista, poeta, traductor, filólogo, ensayista, político, diplomático; uno de los Padres de la Patria de Venezuela.

Nacionalizado chileno, y considerado como uno de los humanistas más importantes de América, hizo contribuciones en innumerables profesiones del conocimiento.
Extractamos de esta publicación los siguientes poemas:
EL SEMBRADOR 
Es la hora solemne del crepúsculo.
Bajo la parra del portal sentado
miro el fulgor postrero que ilumina
los últimos afanes del trabajo.
En la tierra que tornan renegrida
la sombra nocturnal y el corvo arado,
conmovido contemplo a un achacoso
sembrador que a los surcos lanza el grano.
Sobre el mudo horizonte se destaca
el escueto perfil de aquel anciano
que deja ver el rayo del poniente,
sombra en sus ojos y en su cuerpo harapos.
Y siento al ver cuál lanza la futura
mies bendecida entre los surcos anchos,
la fe, la fe profunda que él abriga
en el útil transcurso de los años.
Recorre la llanura ilimitada,
pasa, vuelve, prosigue. Los puñados
lanza, y torna a lanzar, de la simiente
entre la vaga oscuridad del llano.
Y yo, mudo testigo, lo contemplo
y medito a la vez… La noche en tanto
confunde, al empañar los horizontes
la negra tierra con el negro espacio.
Y parece que el viejo pensativo,
al extender con majestad la mano,
arroja al infinito la semilla
que en el surco del cielo son los astros.
Traducción de José María Rivas Groot[1]
PASEO POR LAS ROCAS 
¡Cuánto hermosean los montes sus ráfagas sombrías!
¡Qué diáfano está el cielo, qué embelesante el mar!
¡Ah! ¡Qué me importa el número de mis fugaces días
si palpo el infinito, si veo la eternidad!
¡Silencio aquí, borrascas de efímeros enojos!
Jamás llegó tan cerca de Dios mi corazón.
Ocaso está mirándome con fulgurantes ojos,
y me habla del mar, y siéntome como sagrado yo.
¡Bendito aquel que me odia, y bendito el que me ama!
Al alma, el amor démosle cuanta hora Dios nos da.
¡Loco el que sonda enigmas y el que codicia fama!
¡Mi tiempo es ¡ay! ¡tan breve! yo solo quiero amar.
Cuando naufraga el día surge del mar la estrella,
el nido canta, endulzan las ondas con fragor,
y el sol su pompa mágica con lene faz destella
como abrazando el mundo diciéndonos adiós.
¿Por qué tanta hermosura magnificencia tanta?
Si esto es palacio ¿hay reyes ¡oh cielo! frente a ti…?
Es templo. Aquí el humilde orando se levanta.
¡Qué grande es el Espíritu; y el hombre, qué ruin!
Pero aves, ondas, montes, los astros uno a uno,
no saben sino a medias el nombre del Señor.
Lanzan sonidos vagos que solo yo reúno;
cada uno habla su sílaba, mas la palabra yo.
Va cual la tuya, a lo alto, mi voz ¡oh abismo inmenso!
Oro a par vuestra ¡oh montes! Sueño contigo ¡oh mar!
Natura es el perenne e inagotable incienso,
yo el frágil incensario del culto universal.
Traducción de Rafael Pombo
BIBLIOGRAFÍA
- PANAMERICANA EDITORIAL. Selección Carlos Nicolás Hernández. Cuadernillos de poesía. Víctor Hugo. Hugo, Víctor Marie, Conde. 1802-1885. Biblioteca Luis Ángel Arango. 1998.
[1] PANAMERICANA EDITORIAL. Selección Carlos Nicolás Hernández. Cuadernillos de poesía. Víctor Hugo. Hugo, Víctor Marie, Conde. 1802-1885. Biblioteca Luis Ángel Arango. 1998.


Me gustaría saber más sobre estos grades poetas.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Con mucho gusto te enviaré datos biográficos de ellos. Por favor, mándame tu correo electrónico. Recibe un cordial saludo.
Me gustaMe gusta
María Rosa Cifuentes Jiménez
Me gustaMe gusta
Gracias!
Me gustaMe gusta