Por Lucila Moro

Aún, un tanto desesperanzada de la realidad y viendo que es casi imposible que pueda ver al país que en mi mente he idealizado, pero anida todavía ese deseo que en el desencanto se resiste a abandonarme.
Sentirse solo en el pensamiento no es orfandad, aunque a todas luces lo parezca, porque esa falta de pertenencia agudiza en forma inquietante la racionalidad y nos lleva a entender que, aunque parezca, no debemos estar solos y que hay otros seres por ahí pensando más allá de dos colores, de dos matices, de dos ideas, de dos conceptos de país, radicalizando y extremando conceptos, endureciendo posturas con el fin de no ceder un solo centímetro de las ideologizadas, perimidas y hasta arcaicas cimientes partidarias que se mueven con los mismos criterios obsoletos en un mundo que ha evolucionado sin necesitarnos, sin preguntarnos y ajeno completamente a nosotros.
Ni «Combatiendo al capital productivo», ni un liberalismo a ultranza sin control del Estado y dejando a la buena de Dios a la industria Nacional y favoreciendo la timba financiera..

Una elección… ¡¡Otra elección!!, donde, esta vez le tocó a uno darle una descomunal paliza a otro en las urnas y entonces…, mientras los primeros festejan los últimos se comienzan a lamer las heridas pergeñando una venganza, que cuanto antes la lleven a cabo mejor será para sus intereses políticos partidarios y de poder… Y entonces pregunto ¿Qué festejan? ¿Qué venganza?…
Si al menos tomaran conciencia de la magnitud del problema que como país tenemos, unos quisieran huir del poder y los otros ni pensar en tomarlo, pero a pesar de ello ahí están, pavoneando discursos altisonantes sin que se les caiga una idea, o lo que es peor sin el coraje suficiente para tomar medidas que nos lleven a ser un País en serio, con ricos que apuesten en el País y ganen plata trabajando, con clase media desarrollista y pujante, pobres que tengan trabajo y oportunidades y un estado que sea justo y lleno de gente idónea, con ideas que sepan transmitir y ejecutar y que, en esa imaginaria pirámide los que estén arriba y no sirvan caigan hasta donde deban caer y los que están abajo y sirvan, tengan la seguridad de un crecimiento exponencial acorde a su capacidad y honestidad.

Cuando nuestros pensamientos se transforman en ideas y éstas se ubican equidistantes de dos posturas tan antagónicas en apariencia pero tan parecidas en su esencia, es precisamente allí cuando no encajamos.
Hay cientos de ejemplos que separándolos ideológicamente los emparenta conceptual y metodológicamente en sus acciones a las dos fuerzas políticas en pugna que, más que propender al bien común, consolidar la paz interior y afianzar la justicia, solo nos sumen en una tremenda oscuridad practicando con mentiras y artilugios electorales un populismo idéntico y solo diferenciado por las clases beneficiadas…

Porque son tan demagógicas las dádivas con fines electoralistas, cómo las promesas de quite del impuesto a las ganancias para la clase media alta o baja en las retenciones para el campo que; una vez en el poder se transforman en mentiras (y es bueno que suceda si las condiciones asi lo permiten). Al fin y al cabo ambos sectores votan con el bolsillo… Y eso no está mal, sucede en casi todos los países del mundo, lo que está mal es el cruce de acusaciones de tales prácticas realizadas por ambos sectores, ambos con corporativismos organizados y corruptos.
Escuchar con cierta resignación a quienes ganaron, como con mucha tristeza a quienes perdieron, me vuelve a ubicar en un lugar incómodo y poco entendible para quienes se aferran a la idea que solo existen dos posibilidades para nuestro País, dos posibilidades que por distintos caminos, conducen al mismo abismo y favorecen a distintas sectores. Como si un país pudiera desarrollarse sin todos los estamentos societarios y de clases.

Quienes pugnan por una sociedad de economía abierta y liberal, parecen no haberse dado cuenta que el triunfo de las elecciones pasadas sólo alentó a quienes fueron derrotados a tomar medidas y endurecer posturas para alentar a un sector que, al no verse favorecido por medidas económicas simplistas, los vuelva a votar en las próximas elecciones de noviembre y entonces decidieron, en un arrebato de originalidad enviar “plata a la calle”… ¿Qué plata?… Subestimando abiertamente a todo un pueblo que ya sabe que éstas prácticas solo sirven para acrecentar la inviabilidad de un País que se debate entre la miseria o la extinción.
Es evidente que los sectores más humildes eligieron opciones progresistas, mientras otros optaron por meter votos, que a la postre fueron recurridos o anulados y si, a eso le sumamos la cantidad de ciudadanos que no concurrieron a las urnas, estuvimos frente al caudal electoral que el gobierno necesitaba y erróneamente creyó cautivo.

Por su parte el liberalismo que se considera triunfante no logró sumar más simpatizantes a su caudal histórico y sólo tiene, (como el partido gobernante), fuerzas para tratar de pegar y unir sus resquebrajada estructura interna, en una carrera electoralista en la que poco les importa el futuro de los argentinos en su conjunto.
Hoy se nos hace difícil transitar por la senda por donde caminan los que quieren un país mejor… y entonces los poderes que representan el populismo, el estatismo, el libre mercado, el liberalismo irrestricto (y de cabotaje) para cuatro vivos, a pesar que festejan o lloran y perteneciendo a las antagónicas y arcaicas opciones seguirán pugnando por un peor país lleno de corporativismo y mezquindades.
Aunque el mundo se alzó y detuvo al bastardo, no festejes, porque la perra que lo parió está nuevamente en celos.
BERTOLT BRETCH.

