Nuestra realidad…

Por Lucila Moro

Somos casi ocho mil millones de personas en este mundo terrenal, pero no todos miramos la misma realidad.

Vivimos avasallados de contenidos, ya sea consumiéndolos o incluso creándolos. Se presenta una constante generación de expectativas y eso nos puede causar ansiedad.

Abundan los llamados “influencers” pero, ¿quién de ellos verdaderamente tiene una influencia positiva y real si es que la tienen?


Cuida a lo que le estás dando tu tiempo, a lo que le estás dando realidad. Sal de esa eterna ansiedad de un cuerpo desconectado.

¿Redes sociales o redes antisociales? Cualquier red sirve para atrapar, restringir y ¡no expandir! ¿Por qué no actuamos? ¿Por qué nos quedamos envueltos en ese mundo de píxeles y en una vida poseida?

Nada es imposible, lo imposible sólo tarda un poco más. Soñar y creer que somos más los extraordinarios y capaces.

Esta reflexión intenta decir lo que algunos siempre pensamos. Y se que tenemos el poder de no hacer que nuestras vidas estén en este celular, debemos ir más allá a lo que nos da vida; el sol, agua, aire de nuestra amada tierra. Dejar de consumir tanto celulares, redes y mas redes (electronicamente hablando) y dedicarnos tiempo a nosotros mismos y lo que es real: observar y escuchar a nuestro entorno y lo que nos rodea, la naturaleza, nuestro planeta.

Muy lamentablemente poca gente reflexionará sobre esto, porque es más fuerte la dopamina que el sentido común.

Somos una generación en conflicto con su propia mente, lo peor de todo es que no nos damos cuenta y si llegariamos a darnos cuenta…¿qué haríamos? Tanto se nos han metido en la cabeza….

Y los padres descuidando a sus hijos … ¡Qué gran transición hemos pasado los de mi generación! Recuerdo el año nuevo que recibí el 2000 cuando aún no tenía un celular en la mano y existían los teléfonos públicos con cables extensos: yo veía al cielo y me preguntaba de cómo sería la vida en el 2010 y en el 2020, si existiría tanta tecnología avanzada que hiciera de nuestra vida super desarrollada o si la gente seria más inteligente.

Pero no, en ningún momento me imaginé todo lo que veo ahora, todos «conectados«, al alcance de todo para conquistar el mundo pero subyugados a lo que la satisfacción inmediata de nuestro cerebro nos lleva a seguir.

Ciegos y engañados todo el tiempo, todos espiados y distraídos por un teléfono de mano, todos bombardeados por publicidad por donde sea, todos teniendo un celular como una extremidad más del cuerpo desde que se levantan, todos queriendo ser aceptados por una vida perfecta que no tienen, creyéndose unos mejores que otros, todos haciendo tonterías o estupideces en redes antisociales en respuesta a lo que solo el gran algoritmo manda. Desconectados de la verdadera esencia y vida real, todos pensando que la vida sedentaria de estar más sentados y agachados frente a la luz de las pantallas sería el mejor estilo de vida que podamos llevar.

Porque no despertamos para darnos cuenta de lo que estamos perdiendo: ¡contacto con nosotros mismos!


¡Qué gran estafa y engaño! Personalmente yo encuentro más razones positivas para volver al 2000 que de seguir avanzando. No quiero imaginarme ya el 2030 o el 2040. Me niego a seguir dependiendo de un celular. Eso no es un desarrollo sano es un retraso y parte de la decadencia social en la cual vivimos en todos aspectos.

La mala noticia es que cuanto más pequeños son los niños, mayor es el daño del tiempo frente a una pantalla. Las investigaciones nos muestran que el cerebro humano no crece frente a una pantalla. Las horas y horas frente a una pantalla hacen que el niño se pierde de las actividades que desarrollan sus inteligencias, naturalmente.

Los niños necesitan:

  • Correr, moverse, saltar, bailar, equilibrarse, hacer volteretas, porque el movimiento los hace crecer física, psíquica y emocionalmente.
  • Resolver problemas mientras juegan en el mundo tridimensional real
  • Perfeccionar las habilidades físicas que despliegan sus múltiples inteligencias.


La pantalla proporciona las imágenes para el niño, y eso anula la capacidad del cerebro para trabajar creativamente en imágenes.

Los niños necesitan horas y horas y horas de tiempo SIN PANTALLAS. Uds mis lectores ¿qué opinan?

Publicado por vickylm57

Soy docente prof.de Educacion Fisica. Prof de Educación Especial. Prof Emerita de Danzas Cid Unesco Francia Escritora y autora de varios libros. Investigadora en Envejecimiento y cuidados del cuerpo, dictando conferencias, seminarios y clases magistrales dentro y fuera del País.

5 comentarios sobre “Nuestra realidad…

  1. Buenas tardes Vickylm57! Me tomo el atrevimiento para aclarar que mí nombre es Valeria, y mí apellido es Canchi Papadopulos, el primero de origen Inca y tiene escudería heráldica dado por la nobleza española, y el segundo es griego, heredado de mí abuelo,de un linaje de la Iglesia Católica Ortodoxa Griega, por lo que le aclaro que al nombrarme como «Cancha», está desvirtuando mí origen. Cancha en quechua es espacio abierto y Canchi es una tribu que defendía al Inca. Ya que hablamos de no someternos bajo la adicción al celular, invoco a prestar atención a como dirigirnos ante quien se ha tomado la labor de estudiar su linaje y ascendencias, de las cuales estoy orgullosa, porque en ambos, se respetaba el conocimiento. Ama Swa, Ama Qilla, Ama Llulla.

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    1. Valeria, mil disculpas por el equivoco, no fue mi intención ni mucho menos, eso es por entrar desde el celular y apurada por agradecer tu comentario. GRACIAS POR TU ACLARACIÓN Y ENSEÑANZA. Abrazo cordial

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      1. Estimada vickylm57: Entiendo que el predictivo del celular, suele jugarnos malas pasadas, momentos errados, por ello acepto que fue mí equivoco tanto énfasis enfocado en la situación. Agradezco su pedido de disculpas y lamento haber ocasionado este dilema. Igualmente, a mis 52 años, suelo ser una apasionada en la genealogía, lo que me llevo a la aclaración, que no es enseñanza, sino que me pareció extraño como se dirigió a mí persona, quizás recordé la época del colegio secundario, en el que nos mencionaban por nuestros apellidos, como así también en la universidad, aunque fui más conocida como Laura Valeria. Hoy recuerdo: «Más que saber quienes fueron mis abuelos, me importa saber quién es y será su nieta. Gracias Vicky!»

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