Cementerio Parque y Crematorio de la Divina Misericordia, cumple su 30° aniversario de trayectoria. Por ese motivo se realizará un concurso literario de poesías y/o cuentos cortos, los mismos no deben superar las 5 carillas. Accediendo con el código QR podrán conocer las bases y condiciones del mismo, también pueden solicitar información a juanamanuelaeditorial@gmail.com

El concurso literario realiza su apertura el día 16 de febrero conmemorando la muerte de Facundo Quiroga, quien murió de un tiro en la cara, una enfermedad invalidante carcomía las articulaciones del general, que le impedía montar. De allí esta galera que lo condujo «al muere«, como relata Borges en su poema. De haber podido andar a caballo, es muy probable que hubiese escapado de esa trampa mortal.

Aun después de muerto, los huesos maltrechos de Facundo Quiroga continuaron conjurando su historia de gloria. De la capilla ardiente de Sinsacate fueron a reposar al cementerio de la catedral de Córdoba y finalmente, a pedido de su esposa, terminaron en la cripta de la Iglesia San Francisco y, por último, una bóveda en el Cementerio de la Recoleta bajo la imagen de la Dolorosa, la estatua que su yerno, el barón Demarchi, había encargado a su amigo, el escultor Tartarini. En este rincón recoleto una leyenda fue tomando cuerpo: El Tigre había sido enterrado de pie, siguiendo una vieja tradición de los caballeros castellanos.
Borges escribió un poema en 1925 que tituló:
El general Quiroga va en coche al muere

El madrejón desnudo ya sin una sed de agua
y la luna perdida en el frío del alba
y el campo muerto de hambre, pobre como una araña.
El coche se hamacaba rezongando la altura;
un galerón enfático, enorme, funerario.
Cuatro tapaos con pinta de muerte en la negrura
arrastraban seis miedos y un valor desvelado.
Junto a los postillones jineteaba un moreno.
Ir en coche a la muerte ¡qué cosa más oronda!
El general Quiroga quiso entrar en la sombra
llevando seis o siete degollados de escolta.
Esa cordobesada bochinchera y ladina
(meditaba Quiroga) ¿Qué ha de poder con mi alma?
Aquí estoy afianzado y metido en la vida
como la estaca pampa bien metida en la pampa.
Yo, que he sobrevivido a millares de tardes
y cuyo nombre pone retemblor en las lanzas,
no he de soltar la vida por estos pedregales.
¿Muere acaso el pampero, se mueren las espadas?
Pero al brillar el día sobre Barranca Yaco
sables a filo y punta merodearon sobre él;
muerte de mala muerte se lo llevó al riojano
y una de puñaladas lo mentó a Juan Manuel.
Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma,
se presentó al infierno que Dios le había marcado,
y a sus órdenes iban, rotas y desangradas,
las ánimas en pena de hombres y de caballos.
(Jorge Luis Borges)
