Quillacollo, un lugar donde vive la Fe

Por Argentina Mónico

Quillacollo es un término que viene del quechua que significa «Loma de luna» y según la lengua aymara significa «Colina de cenizas». Es una ciudad que está en el departamento de Cochabamba (Bolivia), a 13 km al oeste de la ciudad de Cochabamba, capital departamental.

Para llegar desde Salta a esta localidad, se puede ir por vía terrestre por la ruta 34 hasta la localidad de Bermejo (Salta) y desde ahí se cruza a Bolivia para tomar la carretera 1 que te lleva a Tarija y desde ahí a Cochabamba.

La otra opción, que es la que elegimos por razones de tiempo, es viajar en avión desde Salta – Cochabamba por BOA (aerolínea boliviana) y en menos de una hora ya estás en el aeropuerto de Cochabamba.

Me sorprendí gratamente cuando desde la trafic que nos llevaba al hotel, recorría la ciudad de Cochabamba, con sus plazas impecables, con grandes edificios y calles espaciosas. Pensé que me iba a encontrar con una ciudad antigua, pero a medida que continuaba con el recorrido, todo se veía diferente.

Llegamos al hotel El Prado, un edificio moderno, al frente de una plaza, dejamos las cosas y como era temprano, decidimos con mi hija salir a recorrer la ciudad.

Preguntamos por dónde debíamos ir a las ferias, así que, camino abajo las calles se iban angostando, hasta llegar a un lugar más viejo, llamado La Cancha, con mucha gente amontonada, con vendedores ambulantes, que vendían de todo: desde aparatos electrónicos, ropa, hasta comida.

Pasamos por un sinfín de galpones, que tenían de todo, así que quedamos extasiadas de tanto mirar y comprar; cuando por fin las piernas nos vencían, por la gran caminata, decidimos regresar en taxi, porque al otro día, bien temprano debíamos ir a Quillacollo a ver a la Virgen de Urkupiña, que era nuestro destino final.

Al día siguiente partimos en trafic a Quillacollo, con las recomendaciones de que no llevemos cartera, que en todo caso usemos riñonera y que estemos atentas con el horario de regreso al hotel.

El viaje fue entretenido, porque pudimos observar como la gente se prepara para venerar a la Virgen de Urkupiña, no sólo desde lo festivo, sino también desde lo comercial, porque te venden todos los recuerdos para ofrendar a la Mamita.

La trafic nos dejó en un canchón, luego tuvimos que caminar para ingresar a la plaza principal, que se hacía cada vez mas dificultoso por la cantidad de gente que, algunos vendedores, otros que realizan sus compras y los turistas que transitan para llegar a ver a la Virgen.

La plaza principal es pequeña para la cantidad de gente que se amontona, y como hay muchos turistas, se instalan sillas para los que compran el espacio para ver cuando sale la Virgen de la Iglesia.

Sin duda que Quillacollo es un lugar donde vive la Fe en la Mamita, y donde se mezcla la cultura ancestral con la religiosa, dándole un toque particular al lugar.

Según cuenta la leyenda de la Virgen de Urkupiña, tradición que se remonta al siglo XVIII, que se le apareció una Señora a una joven pastora que cuidaba de su rebaño de ovejas en las bajas colinas de la comarca boliviana de Cota. A la niña se le hizo costumbre visitarla, y comenzó a distraerse de sus labores, hasta el punto de que sus padres le recriminaran; así que decidió contarles que una Virgen se le aparecía continuamente y hablaba con ella.  La familia se dirigió a la colina para comprobar si era cierto lo que decía la niña, siendo ratificada la aparición.

Estar el 15 de agosto en Quillacollo para venerar a la Virgen de Urkupiña es realmente emocionante, porque cada fiel llega con su devoción a venerarla, llevando en su corazón una promesa o una plegaria que seguramente será concedida.

Y también está la vivencia de lo pagano, con los chamanes que llenan de incienso y bendicen en su lengua las ofrendas a la Mamita.

Todo se mezcla, en una tradición cultural religiosa que vive en el corazón del pueblo de Quillacollo.

¡Gracias Virgencita de Urkupiña por tu protección!

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

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