Por Lucila Moro

El mundo se debate entre los extremos. Todo reboza en excesos. Desigualdades perversas, vergonzosas, insultantes nos escupen en la cara.
¡Pero nadie reacciona!
Todos ruegan estar del lado más dulce de la torta, aunque se debatan en la frontera del abismo.
La humanidad se ha roto en la clara y pérfida verdad de su historia.
La pregunta sería ¿si todo fue así en antaño, o quizás, algún tiempo fue mejor?
Para los que de alguna forma hemos analizado la historia podemos decir que no mucho a cambiado con respecto a los males que aquejan al hombre; algunas cosas, por cierto, han mejorado y otras, sin lugar a dudas, han empeorado.
Pero el derrotero del mundo sigue siendo el mismo y por más que lo disimulemos, el sufrimiento es y será la constante en una sociedad humana tan estúpida como tecnológica.

Muchos dicen que el sistema funciona como debiera, ya que si no fuera así, el caos reinaría y todo sería un desastre.
Otros en cambio opinan que el sistema justamente funciona desastrosamente y que el desorden es de alguna manera un reloj que marca el fin de los tiempos.
Para emparejar diría que todo orden contiene un caos controlado y que todo desastre conlleva siempre la esperanza de mejorar.
De todas formas, hay cuestiones que marcan un límite, una frontera peligrosa que no deberíamos cruzar y que de alguna manera marca un hecho apocalíptico.
La pandemia del COVID 19 ha acelerado la caída del paraíso, mostrando y demostrando los errores de la humanidad. Todas las economías mundiales han sentido el golpe y están en crisis.
Como es dado entender, los países más pobres, fueron más golpeados y se encuentran mucho más vulnerables que en otros tiempos a la depredación del imperio-poder.

También se dice que la esperanza es como la utopía, algo que está siempre lejos, inalcanzable, algo deseado que surge cuando no estamos bien.
Para otros, no es precisamente una buena palabra ya que si estuviéramos satisfechos no la necesitaríamos.
La esperanza es un signo de la humanidad, de su capacidad para soñar un mundo mejor, es la cualidad de los grandes luchadores, una frase que pasó a la historia es:
«Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol».
Porque de alguna manera la esperanza del bien es ya un gran bien, una luz en el camino, una ráfaga de aire fresco en medio del desierto abrasador.
La esperanza es un bien común a todos los hombres; los que todo han perdido la poseen para seguir viviendo.
La esperanza no es ni verdad ni mentira. Es como los caminos de la Tierra: sobre la Tierra no había caminos; han sido hechos al andar.
Cuando pienses invita y reúnete con tus afectos, cuando sea el momento no tengas vergüenza y abrázalos con todas tus fuerzas como aferrándote a esa balsa de vida y diles lo mucho que los quieres.
Te aseguro que son lo más hermoso, lo más valioso, lo único que importa.
Comparte tu amor y serás millonario y fundamentalmente y aunque sea un instante eterno, serás feliz.
Que bonitas son las personas que entienden o tratan de entender al otro.
No lo critican, No lo juzgan, No lo señalan.
Solo los abrazan, abrazan, abrazan y sanan.

