Por Lucila Moro

Vaya que si me emocioné al darme cuenta de que podía eso, cambiar el carácter de mi vida cambiando mis creencias sobre enamorarse.
Solamente un 5% de nuestra mente es consciente, el otro 95% restante es subconsciente. Es decir, la mayor parte de nuestros pensamientos, emociones y comportamientos, están fuera de nuestro control, son automáticos, inconscientes.
Por otra parte, significa un peligro, sin embargo, vamos por la vida creyendo que somos nosotros de forma autónoma quienes decidimos qué religión nos llama, qué preferencias políticas tenemos, qué equipo de fútbol nos gusta, qué literatura nos nutre más, que nos gusta hacer, o qué tipo de hombre o mujer nos atrae, hasta el punto de querer tener una relación con esa persona.
Nada más lejos. Hasta la elección de nuestra pareja es algo condicionado por nuestras experiencias anteriores.

Esas experiencias, sobre todo las que hemos vivido entre los cero y los siete años de edad que es cuando se configura la mayor parte de nuestra mente subconsciente, son de las que extraemos las creencias que nos empoderan o nos limitan el resto de nuestra vida.
El primer paso para adquirir nuevas creencias que sustituyan a las antiguas que te limitan, es tomar consciencia de qué situaciones se reproducen en tu vida a partir de patrones recurrentes.
¡Fíjense bien lo que se repite en su vida y retoma el control cuando antes!
Aquí se trata de ver en qué personas de influencia en tu niñez, se han dado, y observar qué formas de pensar y actuar han tenido que tú también has incorporado a tu vida y tu forma de ser. Porque tienes que comprender que hay mucho de ti que no es tuyo, te guste o no.
Descubrir que el 95% de tu identidad está formada por un conjunto de creencias que has adoptado de otros puede resultar inquietante, es cierto.
No somos quien creemos que somos, en realidad, incluso cuando mostramos comportamientos contrarios a nuestros padres porque los de ellos no nos agradan, también estamos siendo influenciados por ellos.

¿Quién quiero ser? ¿En quién me transformé?
En cualquier caso, ésto se acepta y no es lo más relevante, así es nuestra naturaleza. Lo que sí que es importante, es si esa información que reproducimos nos complica la vida, o nos la hace más feliz.
La reprogramación mental consiste en cambiar el programa, tu software, para que tengas la autonomía mental para ser, hacer y tener lo que realmente tú deseas.
Tal vez puedes seguir haciendo aquel gesto que era tan propio de tu padre, o conducir siempre muy pegada al volante como hacía tu madre, pero lo haces porque tú lo decides una vez has tomado consciencia de ello. Y sobre todo porque no te perjudica, porque si así fuera, seguramente tratarías de cambiar esa creencia ahora que lo sabes.
La toma de consciencia implica atención, alerta, poner el foco en aquello que estás buscando. Cuando empieza la introspección, la observación de ti mismo de manera objetiva -como si fueras un espectador de tus pensamientos y tus actos-, empiezas a comprender muchas de las cosas que te han pasado y de los comportamientos que has tenido.
Es un ejercicio de toma de decisiones y distancia respecto de uno mismo. Es adquirir perspectiva de quién eres, verte y ver a las personas que han podido influenciarte; ahí empieza la toma de consciencia.

Cuando tienes perspectiva puedes ver muy fácilmente qué patrones han coincidido siempre en la gente que te ha rodeado.
Te menciono que el subconsciente opera a 11.000.000 de bits por segundo, frente a los 40 bits por segundo de la mente consciente. Es decir, tu subconsciente procesa y conoce muchísima más información de lo que está frente a ti, de lo que podrías ni tan siquiera imaginar.
Se las ingeniará para conseguir su propósito de ponerte esa realidad ante ti, y en el caso de que seas mujer, entre cien hombres en un bar, sabrá encontrar a aquél cuyos gestos, mirada, tono de voz, posturas o frecuencia vibracional, guarde alguna similitud con tu padre y cuando no te hayas dado ni cuenta, ese hombre estará encandilándote con sus juegos de malabares para que caigas rendida en sus brazos.
Pero no, no creas que tu subconsciente está procurando traerte ningún mal, todo lo contrario. No te acerca al maltratador porque merezcas sufrir. Simplemente tu subconsciente entiende que tu padre es la figura que te enseña a sobrevivir y te protege, así que procurará traer de nuevo a ese padre representado en tu pareja con el fin de que cuide de ti.
No revises si fue un padre bueno o malo y si es interesante para ti traer de nuevo a tu vida ese perfil. El subconsciente no distingue esa experiencia, no está preparado para nuestra felicidad, solo para nuestra supervivencia.
Reproducimos lo que nos sirvió en el pasado buscando escapar a cualquier peligro. Nuestro cerebro aún vive en la prehistoria. En la época de las cavernas como suelo decir a menudo. Somos «Cro magnos» todavía en desarrollo.
El ser humano ha evolucionado demasiado rápido en los últimos cientos o incluso miles de años. Hace tan solo 3.500 años que se inventó la rueda, y parecen muchos, pero si lo comparamos con los cerca de 6.000.000 de años que hace que el primer homínido pobló la tierra, te das cuenta de que el ser humano contemporáneo es tan solo un chasquido de dedos, un segundo en la línea de tiempo desde que vamos sobre dos piernas.
Nuestro cerebro ha vivido durante demasiado tiempo cuidándose de sobrevivir ante los elementos hostiles de su día a día; insectos y bestias, inclemencias climatológicas, enfermedades o incluso ataques de otras tribus.
No podemos esperar que en un período tan corto de tiempo, nuestro cerebro se haya adaptado a un cambio tan repentino y en lugar de procurarnos la supervivencia, ahora que ya la tenemos prácticamente garantizada, abandone el estado de alerta y ponga el foco en la felicidad. Demasiado pedir.

Es por esta razón que nuestro cerebro busca al padre en caso de las mujeres. Él es de quien se supone que has aprendido a sobrevivir y te protege.
Y a la madre en caso de los hombres, que al suponerse estos (en aquel entonces) más capaces de sobrevivir, pretenden el alimento de la madre (lactancia) o su protección afectiva.
Durante los primeros siete años de vida nuestro subconsciente se está formando y todo lo que ocurre en nuestro entorno, es grabado, constituyendo el programa mental de creencias que reproduciremos el resto de nuestra vida de forma automática afectando a nuestros pensamientos, emociones y comportamientos.
Esa información que hace millones de años grabábamos en esos primeros años de vida, nos era muy útil porque en esas partes primigenias de nuestro cerebro, el llamado reptiliano, gracias a las distintas experiencias vividas, se fueron almacenando los recursos necesarios para salir airosos de las situaciones comprometidas a las que nos veríamos expuestos de nuevo en adelante; respuestas de huida, ataque o paralizarse.
Hoy en día, este mecanismo arcaico ya no nos es tan necesario. Sin embargo, nuestro subconsciente sigue buscando a nuestros progenitores entre las distintas parejas que podemos atraer. Si nuestro padre o madre fueron personas que ejercieron una manera positiva y nos colmaron de amor, atraerá con frecuencia eso mismo.
Si nuestros padres no nos dieron amor, o la herida de abandono está impresa en nosotros, es muy habitual que nuestra pareja también nos abandone de distintas maneras; falta de amor y respeto, infidelidades, manipulación, maltrato, rupturas. Y si además nuestra madre en su necesidad de amor transigía con toda la tiranía de su marido, muy probablemente también reproducirás ese rol.
¿De qué manera puedo romper el patrón y evitar que vuelva a reproducirse en mi vida esta situación?
El perdón, producto de una compasión consciente y de la comprensión, ayudarán a que, en adelante, esa tendencia inconsciente hacia una persona que te dañe, se transforme.
Cuando veas a tu padre o madre desde el amor, considerando que esas personas arrastraron sus propias heridas y que posiblemente el mismo trato que te dio, o mucho peor, le fue dado a él o a ella, y que su programa mental, su ignorancia y su dolor le impidieron ser mejor, habrás convertido en tu mente la imagen monstruosa de tu progenitor, en una figura más amable.
Ese acto de sanación con ese padre o madre construirá poco a poco en tu mente subconsciente una foto mucho más deseable de esa persona que tu subconsciente procurará atraer de nuevo para tu supervivencia como pareja.
Digamos que el ejercicio consistiría en dibujar de nuevo una versión más amable de tus padres en tu mente para que sea ese perfil el que tu mente atraiga en adelante. Lava, mediante la consciencia y el perdón, la imagen que en tu subconsciente se guarda de tu padre o madre para que lo que venga en adelante, sean personas acordes a ese nuevo patrón deseable.
Y puedes hacerlo por ti misma o mismo sin necesidad de hacer terapia. Dedica tiempo cada noche a dibujar esa realidad en tu mente, y emociónate con ella, antes justo de acostarte, unos minutos para el perdón, para la comprensión y la compasión. Y abraza a tus padres como si hubieran sido lo buenos padres que tú hubieras deseado.
Seguro que, si hubieran podido, te hubieran tratado con amor, pero no lo tenían dentro, probablemente sólo tenían heridas que en ocasiones ni siquiera tú conoces.
Es un ejercicio muy liberador, y, sobre todo muy práctico para moldear nuestro programa mental subconsciente y cambiar el patrón que se reproduce.
Comprende desde la compasión y perdona desde el amor, y estará naciendo en ti una nueva vida.

