Por Lucila Moro

La Organización Mundial de la Salud define a la adolescencia como el período de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años.
Se suelen distinguir tres etapas: La adolescencia temprana o inicial, que comienza a los 10-11 años. Unos sitúan su final a los 13 y otros la prolongan hasta los 14-15 años. La adolescencia media, que hay quien llama tardía, que para unos comienza a los 14 y para otros a los 15-16 años.
Representa una etapa singular del desarrollo humano y un momento importante para sentar las bases de la buena salud. Las hormonas sexuales comienzan a estar presentes y por esto se dan cambios físicos: “pegan el estirón”, cambian la voz, aparece vello púbico y en axilas, olor corporal, aumento de sudoración y con esto surge el enemigo de los adolescentes: el acné. Comienzan a buscar cada vez más a los amigos.

A los 14 años estamos ante la etapa en la que el conflicto será más palpable. Sentirán que la chispa está a punto de saltar a cada momento. En esta edad, los jóvenes son muy contradictorios.
Esta es una época de cambios en la forma en que los chicos piensan, sienten e interactúan con los demás, así como en el desarrollo de su cuerpo. La mayoría de las niñas ya habrán alcanzado su madurez física y habrán llegado al final de la pubertad. Los varones todavía podrían estar desarrollándose físicamente durante esta época. A los adolescentes puede preocuparles el peso, el tamaño o la forma de su cuerpo. Los trastornos de la alimentación también pueden ser comunes, especialmente entre las niñas.

Durante esta época, los adolescentes están desarrollando sus propias opiniones y su personalidad. Las relaciones con los amigos todavía son importantes, pero también irán adquiriendo otros intereses a medida que establezcan un sentido de identidad más definido. También es un momento importante de preparación para asumir mayor independencia y responsabilidad; muchos adolescentes empiezan a trabajar y muchos de ellos se irán de la casa una vez que terminen la escuela secundaria superior.
Cambios emocionales y sociales
- Se interesan más por las relaciones románticas y la sexualidad.
- Tienen menos conflictos con los padres.
- Muestran más independencia de los padres.
- Tienen una mayor capacidad para mostrar afecto y compartir, y de desarrollar relaciones más íntimas.
- Pasan menos tiempo con sus padres y más con los amigos.
“Entendiendo todo aquello que es lo que han vivido nuestros jóvenes podremos comprender los mensajes como sus palabras, gestos, conducta, etc. nos muestra. De esta manera lograremos construir puentes que nos comuniquen.”

Para entender lo que les ocurre a los adolescentes en relación al sentido que adquiere su vida, es necesario que podamos reflexionar sobre el contexto socio cultural que los rodea y los condiciona.
Las continuas crisis económico-sociales que fueron deteriorando la situación del país, especialmente en estos últimos años, junto con el grado de violencia y peligrosidad social del que todos somos víctimas, atraviesan su vida cotidiana, influenciando significativamente su subjetividad.
¿Cómo? Marcando, significando el sentido que para ellos adquiere el vivir: el estudiar, el trabajar, el pensar en su futuro, sus salidas,sus pensamientos, sus miedos, etc.

Ninguna de estas cuestiones existenciales dejan de estar transversalidadas por la realidad socio-cultural actual. Actualmente, el adolescente frente a la pregunta de lo que quiere ser, por ejemplo, en relación al estudio, encuentra varias contradicciones entre una educación que, en vez de enseñarle a pensar, razonar, a desarrollar un pensamiento crítico, propio, original, creativo, le transmite contenidos de manera desarticulada y descontextualizada, con la variedad y cantidad a la que tiene acceso a través de Internet y los distintos medios de comunicación, y ante la cual se halla solo y falto de herramientas para procesarla y acomodarlas constructivamente a sus estructuras (reflexionar, cuestionar,repensar, etc.).
Por otra parte la educación, especialmentela secundaria, adquiere un fin meramente utilitario: estudiar como único medio para acceder a un trabajo en esta sociedad cada vez más competitiva y carente de oportunidades.

El estudio, en este sentido, es para ellos una obligación, un mero cumplimiento de una formalidad, único camino obligado para pensar en un futuro laboral.
De la misma manera, el pensar en los estudios universitarios adquiere para ellos esta misma significación: estudiar no para desarrollar la verdadera vocación, sus intereses y aptitudes de cada individuo, para disfrutar trabajando de aquello que le causa verdadera satisfacción personal, sino para posicionarse mejor en la sociedad. Esto implicaría, no elegir aquella carrera o profesión que responde a sus verdaderos y más profundos intereses y motivaciones, sino aquella que le asegure un mejor futuro socio-económico, aquella que, según el imaginario social, tiene mayor salida laboral, mejor posicionamiento económico o una supuesta mejor valoración.

Esta renuncia en pos de “asegurarse” un futuro, responde a la falta de oportunidades, de desarrollo personal, al vacío de ideales, de posibilidades en que sienten que los deja la sociedad y al que deben responder posponiendo, anestesiando su propia subjetividad.
En relación a su cuerpo y a los cambios que intempestivamente se desarrollan en esta etapa, los mismos influyen fuertemente en su subjetividad, produciendo un gran desajuste psicológico, definido por crisis de identidad y por sentimientos de ambivalencia.

Se preguntan: ¿quién soy? y ¿qué soy?. Y siente la dualidad de desear y temer a la vez cuestiones fundamentales para su vida como la emancipación y la sexualidad.
La mayoría de los adolescentes sufren, porque ven que la naturaleza, les cambia su cuerpo de niños sin aviso y el mundo de los adultos está aún ajeno y lejano. El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los jóvenes reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone como límite de exploración.
Los jóvenes sienten que algo les está sucediendo, los incómoda y preocupa, sienten misterio y miedo por los impulsos sobre todo en el plano sexual, el cuerpo puede parecerles prestado, que no está hecho a medida, se enamoran de sí mismos y al mismo tiempo no se cuidan al vestirse o asearse. Niegan su nuevo aspecto, tratan de hacer como si no existiera. A pesar de la información todo esto los asusta.

Otra de las cuestiones que confunden a los jóvenes es que se espera de ellos actitudes de adulto. Esto los obliga a dejar de refugiarse en su rol de niño y por eso deben reacomodarse.Les fastidia su nuevo aspecto, pero quisieran volver a su antiguo rol. Este cambio afecta a los jóvenes según su carácter y educación.
Es bastante frecuente que los jóvenes no puedan verbalizar sus temores, muchos tienden a aislarse, otros desarrollan síntomas y si estos miedos no son tomados a tiempo, pueden generar angustia, ansiedad y depresiones que paralizan y a veces se transforman en conflictos que arrastrarán de por vida.
Los padres dejan de ser los valores de referencia. Los jóvenes se sienten vulnerables, son sumamente sensibles a las miradas y palabras de los que los rodean y que les concierne, más allá de su entorno familiar.
En este momento de extrema fragilidad, lo que viene de dentro y fuera de sus familias puede favorecer la expansión y la confianza en sí mismos, al igual que el valor para superar impotencias, o por el contrario puede estimular el desaliento y la frustración.

Se defienden de los demás mediante la depresión o por medio de un estado de negatividad que agrava aún más su debilidad. No pueden abandonar completamente los modelos del medio familiar sin antes disponer de otros.
No tienen puntos de referencia claros proporcionados por la sociedad, que les permitan superar los riesgos, dado que sólo se espera que salten el charco, por lo tanto en la actualidad hay cada vez más adolescentes desesperados que huyen al mundo imaginario de la droga y el alcohol.
El tiempo del adolescente aparece constantemente salpicado de alegrías inmensas y de penas tan repentinas como pasajeras. Sufre y goza, y su humor oscila continuamente entre la depresión y la exaltación.
Ningún joven atraviesa la adolescencia sin tener ideas sobre la muerte, y de que es preciso que supere a su modo las relaciones infantiles. Él vive en forma metafórica el fantasma del suicidio y de que hay que pensar en acceder a otro nivel.
Existe en la adolescencia la creencia en la amistad lo cual les hace la vida más soportable, tal vez los que no han encontrado estas amistades son los que están más a la deriva. Hay sentimientos que existen desde la infancia, por ejemplo la falta de confianza que en la adolescencia se hacen más fuertes.

Si no encuentra otra motivación más que la fe en sí mismo, si los amigos lo traicionan, queda desposeído y es, en este punto de desasosiego, soledad y abandono, donde no hay relaciones personalizadas, buscan un grupo de militancia activa, o tal vez pasivo que se reúna para escuchar música, fumar, beber o drogarse juntos para obtener algún modo de satisfacción.
Hay muchas razones por las que los jóvenes pueden angustiarse, los duelos que deben atravesar en esta crisis vital.
Los padres pierden el lugar absoluto que se les asignaba en otro momento. Las relaciones con el grupo de pares, la falta de una actividad laboral adecuada, un trabajo a través del cual podrían recuperar la confianza en sí mismos, lo cual puede ser una promesa de futura liberación, cuando esto ya no es posible los jóvenes se ven arrastrados a medios ilícitos de ganar dinero y obtener placer.
Esta crisis inquieta a los jóvenes, ya que implica ruptura, en muchos casos tratarán de ocultarla porque remite a angustias muy primitivas.Se vuelve imperioso aliviar el sufrimiento y la desolación de forma inmediata.

Los jóvenes necesitan suturar una herida abierta que los desgarra, son capaces de dar la vida y la dan. Así comienzan las adicciones.
El recurso de los tóxicos y en primer lugar el alcohol, es una de las vías de escape. Los tóxicos a los cuales los jóvenes se hacen adictos representan una señal de alarma, en este período crítico.
Lo que se busca es la solución a los problemas graves de identidad.
Es el esfuerzo de integración, a todo precio, al mundo de los adultos, ser como todo el mundo ya que no se puede ser uno mismo.
Usted querido lector tiene un papel importante en la seguridad de su hijo, sin importar la edad que tenga.
Asi que hable con él ¡sobre todo! Usted puede guiarlo por la dirección correcta. Escuche lo que tiene que decir, y responda a sus preguntas de manera honesta y directa.
Aliente a su hijo a que duerma lo necesario, a que realice actividades físicas, y a que se alimente en forma saludable y equilibrada. Asegúrese de que su hijo realice por lo menos una hora de actividad física al día.

Acompañenlo, aliéntelo a que coma con la familia. Comer juntos en familia ayuda los a tomar mejores decisiones en cuanto a los alimentos que consumen, promueve un peso saludable y permite el diálogo entre los miembros de la familia. Además, es más probable que un adolescente que come con la familia tenga mejores calificaciones y sea menos propenso a fumar, beber alcohol o consumir drogas, así como a involucrarse en peleas, pensar en el suicidio o comenzar a tener relaciones sexuales.
Son los futuros adultos que a su vez y dentro de poco tiempo educaron a otros y así se repetirán las mismas errores o quizás se podrá mejorar algo .

Un excelente análisis, qué debieran leer los jóvenes de hoy un cordial saludo.
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