Por Lucila Moro

“Apunta a la grandeza, da lo mejor de ti, deja un legado y lucha por él»
Esto debería ayudar a las generaciones de hoy. Sobre todo, detrás de esto, hay una generosidad genuina. Generosidad de uno mismo, pero también hacia los demás.
No cuentes tus esfuerzos, muestra abnegación, intercambia y comparte, y sobre todo crea el mundo en lugar de contemplarlo (hoy a través de las pantallas del celu o la compu), esta es la lección que nos han legado los personajes de otros tiempos.
Pero, ¿quién soy yo, en el fondo? Esta es una pregunta que nos ha inquietado a todos, sobre todo cuando, con los confinamientos y las restricciones, nuestro estilo de vida ha cambiado.

Me quedo bastante asombrada cuando entro en las redes sociales, porque representan un poder enorme, además de los que llaman influencers y sobre todo el acceso a la información, autorizadas y no autorizadas, como nunca antes lo habíamos tenido.
Pero este poder también se vuelve contra nosotros: gemimos constantemente, sufrimos la negatividad del mundo que nos rodea, y particularmente de la moralidad moderna. El que cree que es mejor destruir el mundo que frenar los deseos individuales. No hay mejor prisión que nuestras pantallas.

Pero este poder también se vuelve contra nosotros: gemimos constantemente, sufrimos la negatividad del mundo que nos rodea, y particularmente de la moralidad moderna. El que cree que es mejor destruir el mundo que frenar los deseos individuales. No hay mejor prisión que nuestras pantallas.
Pero en realidad debemos conocernos, saber quiénes somos. Ya sea leyendo libros, probando cosas que nunca hemos probado y tomándonos el tiempo para probarlas. ¿Alguna vez has probado un deporte así? Hazlo. ¿Aún no has estado en un lugar así? Hazlo ¿Quieres aprender un nuevo idioma? Hazlo. Prueba.
Son nuestros fracasos y nuestros éxitos los que nos enseñan a saber quiénes somos y nos hacen más fuertes. Y cuando sabemos un poco más sobre quiénes somos, ¡es un poco más fácil disfrutar de la vida!. Este autorretrato moderno que es el selfie, donde el cuerpo fotografiado y el cuerpo que fotografía son uno, es el último intento de captar la verdad de nuestro ser. Aunque no siempre tratamos de ponernos a nuestro favor y multiplicar las situaciones cómicas, el deseo sigue siendo el mismo: saber quiénes somos, qué, a quién, como nos parecemos.
Pero incluso este nuevo truco del ego para encontrarse a sí mismo no puede prescindir de otro, el espectador. Además, ¿sería tan interesante contemplarse a uno mismo objetivamente?

Muchos investigadores de psicología positiva encuentran que las personas que se ven a sí mismas como más bellas e inteligentes, tienden a ser más felices que aquellas que se esfuerzan por ser lúcidas y críticas consigo mismas. Siempre que no te ciegues demasiado, cierta forma de idealización de tí mismo, de tu existencia, te ayudaría a vivir mejor.
Quizá el mundo sea más colorido y apacible para quienes piensan a priori que tienen derecho a un lugar placentero.

