Por Lucila Moro

En este artículo voy a compartir con ustedes, mis queridos lectores, algunas reflexiones trabajadas en talleres desarrollados en el marco del Programa la vida por vivir, que vengo trabajando con adultos mayores.
Envejecer, es saber que nadie tiene tiempo para acompañar tu lento caminar y nuestros hijos y nietos están en el vertiginoso día a día, perdiendo de vista lo esencial…
Envejecer en esta sociedad, es imaginar, soñar en voz alta que alguien hoy vendrá.

Envejecer es esperar y esperar a que los jóvenes tengan un momento para quien tuvo mil y tantos momentos para ellos .
Envejecen, no sirven, molestan, cansan.
Envejecen y su corazón llora en su mirar, mientras sus labios sonriendo, con la angustia que pocos pueden comprender, aceptan las disculpas y justificaciones por los que hoy tampoco ellos, sus afectos no vendrán.

Y se acomodan y siguen viendo en la mirilla del silencio pasar el tiempo, ese tiempo que ya son tan solo retazos que hoy le quedan.
Retazos de esa pieza de tiempo que supo cubrir su existencia, vistiendo presencia, tapando ausencias y carencias.
Algunos a conciencia viva y otros en lapso se hacen presentes recordando, añorando, esperando … si, si, esperando. En su interior aunque no lo manifiesten esperan.

Si se detuvieran un minuto a observar su rostro, su mirada, podrían entender y comprobar lo que una simple y sencilla visita de unas horas le devuelve: la alegría, las ganas y la vital energía.
Un instante, un abrazo, un beso por semana para ellos cotiza mucho más en su escala de deseos…, mucho más que el dólar en la bolsa de valores.
El tiempo de ellos no es tu tiempo. El de ellos ya se está acabando.
Es hoy, ya, no mañana, después, no te lamentes. Tal vez llegues a esa triste instancia de la vida, donde todo ciclo se repite…y ¡¡te tocará a ti!!
Les comparto esta poesía de un gran poeta como lo fue Abel Mónico Saravia, que un día como hoy, 4 de febrero de 2008 fallecía a los 79 años.
La muerte engendra la vida
La muerte engendra la vida
la vida trae la muerte
así fue y así será
para siempre eternamente.
Conforme lo dicen todos
clásicos, griegos, latinos
es muy triste la vejez
mucho más en estos días,
donde no se los respeta
a los ancianos que quedan.
Lo mismo que muebles viejos
en un altillo arrumbados.
y así el viejo va perdiendo
la poca dignidad que les queda.
Se va entregando de a poco,
a su familia primero,
y después al carcelero
que ganando su salario
no pueden pedirle afecto,
que sus propios familiares
ya no tienen con los viejos.
Cuando los hijos o nietos
se deshacen de los viejos
que la vida les perturba,
interfiere en sus negocios,
la vida profesional
su familia y en los ocios.
Que contemporáneamente
todos creen imprescindibles.
Y así solucionan todo
poniéndolos en geriátricos
y con el alma tranquila
creen honrar al anciano
viéndolo de cuando en cuando.
Y así se quedan los deudos
con el alma muy tranquila
porque en otros declinan
la carga que ellos tenían
con su padre o su madre,
y así morirán tranquilos
creyendo en sus obras pías.
Abel Mónico Saravia

