Por Claudia Fernández Vidal
UNA VILLA PENSADA POR UN HOMBRE INTELIGENTE
La villa queda a 45 km de la ciudad de Tucumán y forma parte del pueblo de Lules. Cerros profundos, húmedos y verdes son los que abrazan a esta villa veraniega que fue ideada y fundada en 1904 por el gobernador Luis F. Nougués. Un lugar lleno de intelectuales, filántropos, y gente hacedora de la cultura y el arte. Uno de los lugares más lindos de la provincia.

La iglesia es hermosa, pequeña y toda de piedras con un pequeño campanario es del año 1918. Está rodeada de hortensias violetas y amarillas. Igual que la hostería donde podes tomar cafecitos riquísimos.
El aire puro inunda este lugar donde podes hacer largas caminatas y mirar la ciudad desde los miradores en una cuadrícula perfecta. Caballos salvajes hay a montones, el bosque está lleno de helechos inmensos y árboles que van formando una cúpula verde donde a veces el sol no llega.
Hay un lugar muy lindo donde se puede ir caminando cerro abajo durante 3 horas, se llama Huaicondo. Hay una cascada bellísima, rodeada de piedras enormes y agua turquesa y verde. Una paz increíble se respira en ese lugar. Están las ruinas de la antigua bomba de agua de la villa, una construcción llena de misterio y ventanas rotas que se levanta al costado del rio y permanece envuelta en madreselvas, aún están las máquinas abandonadas y llenas de óxido por el paso del tiempo.
La sensación que te va a acompañar hasta que llegues al lugar es la de estar descendiendo al centro de la tierra. Bajar, bajar y bajar por un caminito circular en medio de un profundo bosque es una experiencia que vale la pena. No dejés que se te haga la noche para regresar, es muy cerrado el bosque y es fácil perder el sendero. La belleza vale la pena. Cueste lo que cueste llegar y bajar hasta el punto exacto de tierra.





