Por Claudia Fernández Vidal
Silvana y Eduardo planificaron su viaje con mucho tiempo de anticipación. Querían recorrer EEUU y llegar a California, cruzar el Golden Gate que tantas veces habían visto en las películas, viajar en tranvía y conocer la historia de esos lugares.
La virtualidad les dio la posibilidad de contratar el hotel y algunos paseos para estar seguros al llegar. Desde Tucumán a California hay muchos kilómetros y varios puentes que cruzar.
Llegaron al hotel por la tarde y no se parecía en nada al que habían contratado por internet. Un chico asiático, de ojotas, con los pies sobre un escritorio los recibió desde atrás de un mostrador, que estaba cercado por una caja de vidrio y un par de rejas, la seguridad se parecía más bien a inseguridad. Habitación 21 en el piso 3 de ese hotel lúgubre y con pasillos larguísimos y angostos. En la habitación había una ventana que daba a los patios internos con toda una red de escaleras metálicas, que llevaban a cada ventana, lo que no inspiraba mucha seguridad.
Cada 20 minutos un ruido tremendo les inundaba la habitación, música a un nivel altísimo y ruidos de cajones y botellas que se estrellaban en el piso. Después todo se calmaba, hasta los veinte minutos siguientes. El cansancio del viaje los dejó descansar a pesar de todo.
Abajo había un bar bien rockero, denso, metalero que era el que producía el bochinche de la noche anterior, y la puerta se habría hacia los patios internos del hotel. Alcoyana Alcoyana descubrimiento !!!!

La mañana estaba nublada y brumosa, fría, y gris como casi todas las mañanas en San Francisco. Casi toda la ropa que tenían era de verano porque era primavera según el almanaque, el frío también les jugó una mala pasada algunas veces. Por suerte una bufanda infiltrada en la valija siempre ayuda.

Viajaron en colectivo por casi toda la ciudad, San Francisco es bastante colonial porque estuvo mucho tiempo dominado por los españoles, y después por México y finalmente por EEUU, por eso muchos de los nombres de sus espacios son españoles, una ciudad impresionante, con grandes edificios antiguos, como teatros, iglesias y parques. Calles sumamente en pendiente casi al límite de tocar el suelo con las manos. Un trazado de tranvías que recorren la ciudad de punta a punta. Las famosas casas victorianas de colores pasteles que vimos en todas las películas, las flores bordeando todos los espacios, toda la nueva arquitectura desplegando su belleza también.
El Golden Gate lo recorrieron de mañana, en casi tres horas, con frío y muchísimo viento. Admirando su bella estructura de acero, sus cables de metal sosteniendo ese enorme Puente de seis carriles, desde donde se puede ver la carcel de Alcatraz, toda la Bahía de San Francisco, los barcos que navegan lento y pasan debajo del puente para llegar al puerto. Las gaviotas que se quedan quietas en las barandas mirando el horizonte perdiéndose en el gris del cielo después.
Al final del Puente está Sausalito, un bello pueblito con mucha influencia mexicana.
El café caliente con una rica medialuna al regreso les volvió el calor al cuerpo, a esta pareja de tucumanos que cumplieron un sueño.
Por más puentes y sorpresas también.









