Por Claudia Fernández Vidal

Río es una ciudad enorme, impresionante, con una energía especial, como de alegría anticipada.
Fui hace muchos años y mi primera sensación fue sentirme mínima, porque estaba rodeada de edificios altísimos, angostos, a ambos lados de la calle y eso impedía que pase el sol. Las calles parecían angostarse también en esa perspectiva. Dice la historia que después de un gobierno de dictadura realizaron un nuevo planeamiento arquitectónico, tirando abajo muchos edificios viejos, incluso barrios y favelas enteras para construir espacios nuevos, modernos, renovados.
Río es alegre, nunca viajé a una velocidad tan alta en un colectivo urbano como ahí, había que agarrarse fuerte y rezar siete padre nuestros porque manejan como locos !!!
Cuando hablo de las alturas también hablo del Cristo blanco en la cima del Alto Corcovado, con un balcón desde donde podes ver casi toda la costa, las playas y como se van encendiendo las luces al atardecer mezclándose con el último sol.
El Pao de Azúcar es un morro de granito donde llegas en un teleférico enorme, subí sin documentos y atravesamos esa selva entre un morro y otro, va rápido y a gran altura, es enorme y de vidrio, sin documentos, de ojotas y con la música brasileña marcando el ritmo a ese lugar hermoso, lleno de flores enormes y muchas plantas, palmeras y piedra gris. La vista desde ahí es increíble.
La parte más linda son las caminatas por Copacabana, las ferias en esa rambla, la sonrisa enorme y amable de casi todos, los atardeceres en Leblon, un coco con hielo y miel mirando el mar inmenso que lleva y trae olas y espuma. Juntar caracoles en la Barra de Tijuca, disfrutar todos los días ese sol hermoso, tirarle migas a las miles de gaviotas que llegan a la playa por las tardes, construir castillos de arena.
La samba es algo que siempre está en el aire, te hace enamorar de cada lugar, te sigue a la playa y por las noches en los quinchos a la orilla del mar donde al ritmo de algún tambor, danzar es lo que sigue.
Avenidas enormes, tráfico de locos, playas de aguas tibias y arena para traerse un poquito en la mochila para la nostalgia. Pinturas y colores hermosos en cualquier edificio al pasar sorprenden sin querer. Un helado, una caipiriña, tres deseos a la orilla del mar y todos los atardeceres con el viento suave, después de la lluvia caliente de casi todas las siestas.
Río es alegre, verde, con olor a mar, con sonido a quiero volver, a la ciudade maravillosa que a tantos poetas y músicos ha enamorado.









