Por Claudia Fernandez Vidal
El que come el fruto volverá a estas tierras… (Leyenda)
Cuenta la leyenda que el Calafate es un arbusto de grandes espinas y flores amarillas, con un pequeño fruto azulado que en los crueles inviernos nevados sirvió para alimentar a los animales, aves y también a los Aóenik, que fue la etnia o raza de indios que poblaban estas pampas heladas, mapuches y tehuelches que revoleaban las boleadoras al viento trepados en sus caballos bravos. Los que después de una tremenda lucha fueron expulsados de estos territorios allá por el 1906.




La leyenda dice que el que come Calafate regresa a este lugar.
Acabo de llegar, y sin conocer aún esta leyenda ya quiero volver… el amanecer me recibe con un cielo impregnado de azules, violetas, rojos endiablados y naranjas apabullantes… qué bello amanecer!!!
Llegar a este lugar es sentirse chiquito todo el tiempo, porque aquí la inmensidad que rodea a este lugar es tan poderosa, tan hermosa, que dan ganas de adentrarse y descubrir, y caminar estos terrenos, y correr por los caminos de tierra y montañas nevadas.
El primer café con leche en el bar del Automóvil Club con tostadas con manteca y dulce de leche ya es un placer doble, desde las ventanas puedo ver enormes álamos vestidos de amarillos, calles en pendientes profundas y veredas nubladitas donde aún no ha llegado el sol.




El Calafate es un lugar bastante tranquilo, hermoso, todo está construido en armonía, mucha madera hermosa, mucha piedra, azulejitos de colores.
El frío y el viento son sensaciones con las que te tenes que amigar si o si. Podes tomar chocolate caliente con torta de chocolate, sopas cremosas, el mejor cordero, las empanadas de vigilia más ricas del mundo, limonadas de menta y gengibre y disfrutar el solcito tibio de los mediodías.
Bien cerquita de la calle principal podes llegar a museos que te mostrarán la historia de los primeros habitantes y la evolución de los dinosaurios en la Patagonia. Podes caminar por una costanera hermosa disfrutando de la Laguna Nímez que es reserva mundial de biósfera y ver a lo lejos flamencos y gaviotas. Todo siempre con increíbles cielos.




Este lugar es la carta de presentación para llegar a el glaciar Perito Moreno y otros glaciares. Aquí hay estancias bellísimas donde vas a conocer la historia de los primeros que se animaron a vivir en este lugar tan helado. Los caminos a las montañas son bellísimos, el silencio profundo, el feroz rugido del viento te irá relatando la historia de los que se quedaron. Atardeceres intensos, noches heladísimas, las estrellas brillan a más no poder.






Cabalgar estas tierras mirando la inmensidad, respirando profundamente ese aire puro, agradeciendo la belleza permanente, saludar a la madre tierra por este regalo.
De glaciares te cuento otro día. Hoy me quedo disfrutando el paisaje, comiendo un chocolate gigante, escuchando linda música, mirando esta maravilla que hoy puedo ver.
Quiero comer Calafate, quiero volver… eso si, la próxima traigo una campera más abrigada, todo lo demás ya se volvió inolvidable. Inolvidable.



