Puente de Brooklyn-Manhattan, Nueva York

Por Claudia Fernández Vidal

Hay lugares que se merecen ser destino, recorridos, descubrimientos… y el Puente de Brooklyn es uno de ellos.

Hace muchos años cuando fue construido era considerado el puente colgante más grande del mundo. Innovación y belleza fueron su carta indiscutida para presentarse al mundo.


Un rato antes me había perdido, a pesar de tener el mapa en la mano, y el GPS en el celular, me perdí igual… perderse en Nueva York no es tan malo, es alucinante!!! hay tanto por descubrir, por mirar, por conocer. Después de varias vueltas, de ir y venir por el mismo lugar, en círculos, como las ratas, una rata viajera, a las siete de la tarde comencè a subir el puente.

Su estructura suspendida sobre grandes cables de acero le dan un toque medieval, su arquitectura neogótica fielmente estampada en las enormes torres centrales que lo sostienen van complementando este lugar que une Manhattan con Brooklyn y lo puedes hacer caminando por una pasarela de madera donde la vista se va haciendo impresionante. Las bicis, patinetas, rollers también son opciones válidas para todos aquellos que atraviesan el puente. Siempre que se quiere llegar a la otra orilla es imprescindible emprender la travesía, solo eso.


Cae la tarde y la noche aparece oscura y con luna gigante, el viento tremendo hace de las suyas arriba del puente, de un lado el río East River, que a veces se congela, por eso se construyó este puente, y al mirar la vista atrás no vi la senda que jamás volveré a andar como dice la canción, vi como un maravilloso Nueva York se llenaba de luces, miles de cuadraditos luminosos transformaban las ventanas de los enormes edificios en un rompecabezas de luces que bien podría competir con la vía láctea, y un par de planetas también.

Maravillarse ante la belleza es lo que nos saca de la zona de confort a la que estamos acostumbrados, me dejé de mirar el ombligo, me perdí, di muchas vueltas y caí rendida ante la belleza que me regalaba este camino nuevo, distinto.
Nueva York es impresionante, cruzar puentes es imprescindible. Toco madera , y que la vida me deje volver muchas veces más, y seguir descubriendo otras orillas.

Publicado por calaviajera

Claudia Gabriela Fernández nació en la provincia de Tucumán. Diseñadora de Interiores de la Facultad de Artes de la UNT. Chef. La escritura es un camino que decidió incursionar frente a grandes interrogantes que se fueron sucediendo en su vida. Asistió y participó de talleres y antologías en la provincia de Tucumán. Su primer relato seleccionado fue en el año 2015 para Editorial Dunken en el libro A la Luz de los Caireles. En el año 2017 obtuvo la mención especial en el primer concurso de cuentos Eduardo Perrone organizado por el colectivo cultural independiente ESCUCHARA. En octubre de 2018 presentó su primer libro, POCHO Y LA UBALDINA UN PÌCARO DUENDE SOÑADOR, audio libro que va acompañado por una obra de marionetas. Proyecto con el que incursiona en escuelas y colegios con presentaciones para niños. Participó de la Expo Libros Salta en el Cabildo en el 2019 invitada a presentar también allá su libro. Cursó un postgrado de Escritura y Creatividad en la FLACSO Argentina, Facultad latinoamericana de ciencias sociales, una Diplomatura de cine argentino ficción y realidad en la UBA, y un taller de Dramaturgia que le ha dado las herramientas para el próximo proyecto, una comedia teatral. En diciembre de 2019 presentó su nuevo libro Historias Mínimas de un día Cualquiera en la casa Succar.

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