Por Silvana Irigoyen
Cuando me tenga que ir
mi sombra dejaré.
Canción nacida de mí soñar,
por andar, por amar y cantar.
Cantaré cuando me muera. J. J. Botelli
José Juan Botelli, pianista, compositor, profesor, poeta y escritor. Destacada figura de la vida cultural en la provincia de Salta.
Nació el 10 de febrero de 1923. Estudió con maestros como José Mantuano, Juan Dacal, Alberto Prevot, Emerencio Kardos. Empezó a componer desde 1946 tanto en música popular como en la música de cámara. Sus obras populares fueron grabadas por los más destacados en el género, como Ariel Ramírez, Eduardo Falú, Los Fronterizos, Los Chalchaleros, Jorge Cafrune, Horacio Guaraní, María Eugenia Dávalos, Adelina Villanueva, Melania Pérez, Las Voces del Huayra, Los Cantores del Alba, Eduardo Madeo, Los Federales, José Larralde, El Chaqueño Palavecino, César Isella, Grupo Querencia y otros.
Compuso canciones con poetas como Juan Carlos Dávalos, Roberto García Pinto, Jaime Dávalos, José Ríos, Antonio Nella Castro, Miguel Ángel Pérez, Jorge Díaz Bavio, José Gallardo, Jacobo Regen, entre otros.
También incursionó en las artes plásticas. Sin dudas, un artista polifacético.
El 17 de noviembre de 2010, José Juan Botelli, Coco, se volvió eternidad.
Un ser cálido, «de corazón profundo» diría Yupanqui. Solía realizar caminatas cotidianas por calle Necochea a paso cancino, sereno, observando en detalles todo lo que la vida le ofrecía. Mientras el resto de la gente andaba de prisa, alienada, él se demoraba en el saludo cordial, en el gesto amigable, en la palabra albergadora, en la dicha del encuentro. Porque Coco supo amar profundamente; y por eso se daba a los demás en la ternura infinita. Amaba a Carmencita, su inseparable esposa, compañera del camino con quien construyó un hogar; amaba a sus hijos y a sus nietos. Amaba a sus amigos. Amaba la poesía; amaba su casa, su sillón hamaca y especialmente amaba su piano. Artista polifacético: poeta, músico, compositor; pintor; así como creó retratos de los que admiraba, también fue capaz de hacer la cuna para sus hijos como acto de entrega amorosa. Era parte del paisaje estético y cultural de Salta. Los que tuvimos la dicha de conocerlo; de disfrutar de su don de humanidad, de su caballerosidad, «de su fina estampa» como dice una canción, sabemos que abrevamos de una inagotable sabiduría, de un legado exquisito de su arte, y de su indiscutida honestidad.
La memoria, agradecida.

Me dé su mano Dios
para poder andar.
Cuando la muerte venga a golpear
yo me iré sin llorar, sin llorar.
Siembro en mi corazón
Para que en su rodar
Se haga semilla mi pobre voz
Y germine mi vuelta en cantar.
Cantaré cuando me muera. José Juan Botelli
¡¡Gracias Maestro por tanto!!