Intrahistoria colombiana, en la novela Pecado de Laura Restrepo

Por Emilia Baigorria

Laura Restrepo, libros y biografía de esta escritora en escritoras.com

Laura Restrepo, escritora y periodista colombiana, se graduó en Filosofía y Letras en la Universidad de Los Andes.

Fue nombrada por el presidente Betancur miembro de la comisión que tuvo a cargo la negociación de paz entre el gobierno y la guerrilla M-19. Es autora de novelas trascendentales por su compromiso social, se destacan Delirio, Los Divinos,Pecado.

LA INTRAHISTORIA
¿Qué es la Intrahistoria? Para definirla es importante recordar antes qué es la Historia, no porque sea su opuesta sino por el contrario, su punto de partida. Intrahistoria es una palabra que involucra desde su significado a la persona en su condición más real en su cotidianeidad.
Historia es la sucesión de hechos a través del tiempo protagonizado y destacado por una persona, el héroe, grupo de personas o comunidades enteras como Fuenteovejuna (obra del Siglo de Oro español, perteneciente al dramaturgo Lope de Vega) donde el protagonismo lo desempeña el pueblo. También, para el historiador Arnold Toynbee la Historia coexiste con el hombre desde su origen y desde esa antigüedad, transita el camino del tiempo con carácter cíclico. Un contemporáneo, Zygmunt Bauman, retoma el concepto, centra su definición en el historiador y expresa los hechos solo hablan cuando el historiador apela a ellos y es él quien decide qué sucesos se van a seleccionar, en qué orden y contexto hacerlo. Esa actividad puede estar teñida por intereses o ideologías; también importa cuando el historiador decide hacer un retorno al pasado, seleccionar hechos para traerlos al presente y ponerlos en vigencia nuevamente.
Un concepto actual que pretende instalarse como parte de la misión de la Historia es la posverdad pero adolece de vicios como la distorsión de la realidad con intencionalidades prefijadas, tal vez la principal sea la manipulación de la opinión pública. La posverdad es como su propio nombre indica, está detrás de la verdad, bien cabe entonces indicarla como el diseño de la mentira.
La Intrahistoria en cambio, es la que escucha las voces anónimas que gritan sus realidades, es un sedimento en el que se sostiene la Historia, no tiene nombres propios ni héroes en el concepto clásico.

La literatura española cita al filósofo Miguel de Unamuno como el iniciador de este concepto en su libro En torno al casticismo a fines del siglo XIX y un siglo más en Italia, prevalece el concepto de microhistoria a instancias del historiador italiano Carlo Ginzburg “quien no se refiere a grandes batallas y gestas o reyes y princesas sino en individuos la vida.

León Portilla, historiador mexicano, destaca la importancia de los actos humanos en forma integral y sostiene que el historiador es el filósofo de la vida.

     Intrahistoria es entonces, la realidad diaria que construyen los seres anónimos; es la unión de las voces, de los clamores, de las urgencias y las paradojas que habitan en la vida de todos. Intrahistoria es el acontecer de cada uno de los personajes de Pecado[1] .

     La historia tiene nombres, la Intrahistoria voces. Y, de eso se trata, de escuchar las voces porque en ellas están las diferentes realidades, las raíces de las luchas, sueños, memoria.

     ¿Porqué voces? Porque se las escucha todos los instantes con un agrio sonido evidenciando que se resisten a la resignación. Desde ellas brota la sangrante necesidad de denunciar, dar a conocer o simplemente describir heridas y atrocidades provocadas por los nombres propios de la Historia a multitudes silenciosas que esperan atisbos al menos, de justicia social.

La Historia es el rostro, la Intrahistoria el corazón social.    

         Unamuno inaugura el concepto de intra historia para referirse al sedimento que dejan los hechos protagonizados por las civilizaciones desde tiempos  inmemoriales; sostiene que ese sedimento está formado por las verdades eternas y esenciales. Emplea las metáforas del mar y de los ríos para referirse al acontecer humano, ese tránsito es el que da sentido a la tradición  (el paso por el tiempo tanto del arte como de la ciencia) y a la vez el sustento de la Historia. Adentro, muy adentro del mar está su verdad con esa figura simboliza a la Intrahistoria con la característica de no retornar al pasado sino penetrar hasta el fondo donde están las vidas. Hay una corteza y una profundidad y dentro de ellas el fuego de la vida silenciosa de cada una de las personas “sin historias”. Hay un rostro y un corazón; también el sonido y el silencio. “Merece esto que nos detengamos en ello. Las olas de la Historia, con su rumor y su espuma, que reverbera al sol, ruedan sobre un mar continuo, hondo, inmensamente más hondo que la capa que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo nunca llega el sol”. (Unamuno 18).

Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que, como la de las madréporas suboceánicas, echa las bases sobre que se alzan los islotes de la Historia. Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido; sobre la inmensa Humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la Historia.    

     La Intrahistoria es también memoria que camina por los hilos de la historia. La historia da cuenta de la lengua, la Intrahistoria del habla. En la Intrahistoria están las voces de las microhistorias.

         ¿Porqué callejones?

Porque es la figura símbolo del lugar donde terminan hechos atroces, allí son tiradas las víctimas de femicidio. Desde la perspectiva urbanística es lo opuesto a una calle, a una avenida; deambula entre camino transversal ​y una callejuela de las que está ausente la iluminación. El callejón y la oscuridad se necesitan porque las sombras son las mejores compañeras de la cobardía.

“Qué serie de otros sucesos fueron marcándole el ritmo a esa velada, es cosa que no se sabe; la relación de los hechos menudos se pierde en el laberinto de callejones”.

(Restrepo, 161)

La Novela

         El punto de partida es una pintura de Hyerenimus Bosch, El Bosco, (pintor nacido en los actuales Países Bajos en 1450) El Jardín de las Delicias, que en el plano literario tendría correspondencia con La Divina Comedia de Dante, La Comedia Humana de Balzac o los Evangelios Apócrifos de San Juan o Apocalipsis de Coppola en el cine. De la pintura de El Bosco entran y salen realidades humanas envueltas en oscuridad, la misma que tiene el rey en sus manos manejando los destinos del mundo.

     ¿Puede una pintura capturar multitudes de vidas, mostrarlas en su cotidianeidad, en sus miserias, en sus goces, en su desnudez?  Esa gracia tuvo El Jardín de las Delicias, obra emblemática de El Bosco integrada al universo creado por Laura Restrepo en la novela Pecado (2016) diseñando un universo íntimo, único, atrapado entre hilos que capturan historias reales, contestes con las escenas de la pintura. Son historias individuales que se transfieren a la comunidad. Son las microhistorias de las que habla Ginsburg. La pintura se abre en un tríptico Cielo -Tierra – Infierno.

Pecado, de Laura Restrepo (una serie pecaminosa) - megustaleer

     En el Cielo está Dios a través de la figura de un pulpo con muchos tentáculos o brazos que llegan hasta el mundo humano porque debe quedar a su alcance y bajo su control.

     En la Tierra reside la condición humana retorciéndose en el lodo del pecado. Es la multitud relamiendo los bordes de los placeres.

     El Infierno está abierto, esperando a los pobres terrícolas que han descubierto el deseo y el placer, listo para aplicar castigos.

     El pulpo enarbola los preceptos de la iglesia, ésta ha dado vida a través de los nombres a  Adán y Eva y a partir de la existencia de ellos la advertencia de no comer fruta para no caer en pecado. Es el inicio del peligro de la humanidad.

     Desde este universo escapa un nombre propio, Felipe II (rey de España en 1556  – 1598), quien manejaba la vida de los súbditos y realizó la tan ansiada unión de dinastías (la que se prolongó por sesenta años):

“El sueño se abre sobre la terraza de un hombre rico, que desde su palacio contempla el desierto. Todo lo que ve le pertenece, y antes de él, a su abuelo, a su bisabuelo. Han sido dueños de todo por varias generaciones, hacia atrás y hacia adelante”. 

(Restrepo 253)

     Es el dueño de la pintura en la novela, y ante la rebelión en la Tierra evidenciada en el tríptico se une al pensamiento del pulpo expresando desagrado por la conducta humana mostrando preferencia por personas sumisas; su antecesor Carlos I de España de doble moral “con cabeza de moralista y cuerpo de libertino” ha borrado todas las libertades. Las características del rey son las de la monarquía. Felipe II: despótico, cruel, partidario de las torturas quien eligió la llamada parrilla (una construcción de hierro que se colocaba sobre el fuego) como instrumento de castigo y a los que señalaba como sus enemigos los mandaba a quemar vivos en ella. De esta manera murieron Lorenzo[2] y Tarcisio[3], luego santificados.

Recuerda el accionar de Felipe II las palabras de la novelista, filósofa, ensayista, directora de cine Susang Sontag (nacida en Nueva York en 1933 fallecida en 2004), cuando en relación al gobierno norteamericano dice:

     “No pongo en duda que hay un enemigo despiadado, abominable, que se opone a casi todo lo que valoro, como la democracia, el pluralismo, el securalismo, la igualdad absoluta de los sexos, los hombres imberbes, el baile (de cualquier tipo), la ropa escasa y, bueno, la diversión”.

(Sontag,133)

     El Infierno, es el lugar de torturas y suplicios.

     La fibra plasmada por El Bosco a su obra es tan intensa que además de su lugar en el museo, habitualmente inalcanzable, revela significados desde una galería del Palacio de Felipe II.

     Irina, silenciosa protagonista, mira sorprendida las escenas y personajes que se descuelgan de El Jardín de las Delicias, las que no son sino simples actos humanos en este mundo cotidiano.

     Desfilan en la novela otros personajes: El Arcángel, el Nenito, Siriaco, Catarino Arena, las Susanas, Emma, Dolorita.

Habita la oscuridad de Pecado  un personaje complejo como El Arcángel –arquetipo de bandido, síntesis de un sistema global deshumanizado-.

   El Arcángel tiene las necesidades primarias comunes a cualquier persona pero su vida personal le ha trazado obligaciones que no son propias para su edad, él mismo se las impone presionado por las urgencias diarias y por el amor a su madre encontrando como único medio el robo sin importarle las vías que transita.

“No un criminal de profesión, de los consumados, eso no; el Arcángel es tan joven que ni siquiera clasifica como sujeto penal. Apenas niño del montón, vecino de al lado, hasta hace poco alumno en la escuela, todavía pegado a las faldas de su madre. Pero armado, eso si, y dado a los vicios duros.  Esos somos nosotros, encantadores y alegres, pero nos matamos los unos a los otros”.

(Restrepo, 144)

         ¿Es el Arcángel víctima de un sistema que aplasta y tritura o él hizo elección de su forma de vida?

En un punto, el Rey y El Arcángel se unen en el concepto de poder y en el goce de sus posesiones.

El sueño se abre sobre la terraza de un hombre rico, que desde su palacio contempla el desierto. Todo lo que ve le pertenece, y antes de él, a su padre, a su abuelo, a su bisabuelo. Han sido dueños de todo por varias generaciones, hacia atrás y hacia adelante. El hombre rico parece llamarse Nemérodes  aunque otras veces figura como Olibrios el Influyente. Su palacio, o fortaleza se levanta en las afueras de un pueblo llamado Telendos, o Telanisos. ( Restrepo 253)

Constelación de comunas populares engarrapatadas verticalmente en la montaña, iluminadas como pesebres, enmarañadas de callejones, atiborradas de casas unas sobre otras como castillo de naipes. Y allá, muy arriba, ya casi en el cielo, en el borde sin barandal de su azotea, con los pies colgando sobre el abismo, se sienta el Arcángel a contemplar.

Pero se siente bien, allá arriba, casi tan arriba como Dios.

(Restrepo, 145)

     Hay oscuridad también en el mundo de Emma quien está presa por homicidio. La prisión además de una realidad es una metáfora social, de alguna manera la sociedad vive sus días en distintas prisiones: la del consumo, la de la imagen, la de las urgencias. El Entorno de Emma es determinante: una cotidianeidad de violencias. Su vida, como la de tantas mujeres, desprotegida, abandonada, no vislumbra siquiera como será eso de la igualdad de posibilidades, de buena calidad de vida, de ejercitar derechos; a la Justicia la conoció cuando tuvo su proceso penal que la tuvo como imputada y al final la condenó. Sabe que no era su esencia matar pero lo hizo. Su voz trató de elevarse pero nadie la escuchó. Su nombre es Emma pero no le pertenece, ella es la síntesis dolorosa de multitudes de mujeres que padecen violencia, agresiones, desprecio, injusticias, machismo.

     Catarino Arena, reúne los males que portan los pobres del mundo, simplemente por ser pobre; vive con sus infortunios a cuestas: enfermedades, abandono, soledad, carencias.  Está enfermo de sida. Catarino sabe que debe permanecer aislado, que está sentenciado de muerte y al momento del siniestro su vivienda debe ser quemada para matar la enfermedad.   Su agonía fue una muestra de la sociedad de la que cree formar parte la que actúa por miedo o por la degradación de la capacidad del libre albedrío ya que obligó a todos los homosexuales a abandonar San Tarsicio. En su desgracia nadie lo ayudó, murió en la más absoluta soledad de cara al cielo, después llegó la patrulla a quemar todas sus pertenencias y su casilla.

     La sociedad de Catarino Arena exhibe algunas cosas:

Junto con los tiros puede venir algún grito, y luego el mutismo se hace compacto. (…) Es el instante absoluto del miedo, y parece eterno. Pero sólo por un rato, mientras nos vamos haciendo a la idea. Ya luego asomamos las narices y empiezan los chismes, qué quién fue el muerto, que si el hijo de quién, que si el hermano de tal, pero sin preguntar quién lo habrá matado. Ésa es la pregunta que no debe hacerse. Eso es mejor no saberlo. Aunque en realidad se sepa. Lo importante es no dejar que los demás sepan que tú lo sabes.

Luego hay quien se santigua murmurando un requiescat in pace.

(Restrepo, 149)

     En Pecado la pintura de El Bosco refleja una mirada de soberbia, de dominio y poderes, desde arriba, abajo está la humanidad en multitud informe descubriendo el deseo y a través de él el pecado. La figura del gran Rey, heredero de Felipe II, insensible, déspota, ama la gente sumisa. Está convencido de su origen divino, que es un Dios en la tierra, disfruta de sus posesiones territoriales y del poder.

     Hay personas despojadas de su esencia, reducidas a la mendicidad; niños con futuros cercenados.

     Desde ese presente se puede saber cómo será el futuro. Sistemas que promueven los  actos más aberrantes tejidos con hilos oscuros y rígidos como un corset.

     Y hablando de males, de pecados, también de fachadas y de hipocresía bien vale el relato respecto al Siríaco: “Lo arrancan de las faldas de la madre, lo montan en caravana y empiezan a llevarlo de aquí para allá, como maleta de loco, para que cure de ciática al uno y al otro de fiebre tifoidea, de diabetes al patriarca, de sífilis al obispo y de frigidez a su favorita”. (Restrepo 259)

1. LA OTREDAD

 Es éste un tema fundamental en una sociedad. Es reconocer al otro como diferente y partir de él señalar diferencias, aceptarlas y respetarlas. Es la tan anhelada comprensión intercultural.

      La globalización ha llegado casi a todos los espacios involucrando a todas las personas. Paradójicamente y a pesar de las multitudes, este proceso desencadena en soledad porque el otro es una persona que genera desconfianza. Es el drama de la otredad. El individuo está solo e inaugura una soledad colectiva. Soledad que brota desde la sociedad y se plasma en las dos novelas citadas. Una soledad como región o continente y otra a nivel individual. Las voces configuran un significado: abandono que confina a la soledad.

     No solo interesan los sistemas sino el lugar de las personas en el tiempo actual, creo que reeditó su plano filosófico más esencial y primario: ¿quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿a dónde voy?, ¿para qué existo? Especialmente en este tiempo en que caminamos sobre las consecuencias de la globalización.

    La novela Pecado está entre el bien y el mal, entre el pasado católico y mitológico y el presente de la ficción y la referencia a los crímenes de América. Se unen los tiempos demostrando que en aquel y en éste ocurren las mismas cosas y por otro, la presencia de la Iglesia en la conquista de España. Ese pasado genocida subyace en el sustrato americano.

Los cristianos se indignan por los casos de canibalismo …; la introducción del cristianismo lleva a suprimirlos. Pero, para lograrlo, ¡hay hombres a los que queman vivos! Toda la paradoja de la pena de muerte está ahí: la instancia penal realiza el mismo acto que condena, mata para impedir que se mate. Para los españoles era una forma de luchar contra lo que consideraban como barbarie; como los tiempos han cambiado, apenas percibimos la diferencia de «civilización» entre quemar vivo y comer muerto. Paradoja de la colonización, aunque se realice en nombre de valores que se creen superiores. (Todorov, 2018).

Las novelas no tienen héroes individuales sino multitudes heroicas, personajes víctimas.

     Tsvetan Todorov[4], en un exhaustivo análisis sobre el otro, manifiesta que se puede conocer a los otros desde uno mismo porque no somos seres homogéneos sino que cada persona tiene algo de otro y de los otros. Yo soy los otros, sería la premisa a aplicar y desde esa consideración desplegar comprensión, luchar contra la violencia  y las distorsiones teniendo en conciencia de la identidad cultural a la que hay que defender. La importancia radicar en descubrir al otro que nunca está solo porque cobra dimensión en la medida de su relación social.

Es la sociedad [azteca] —por intermedio de la casta de los sacerdotes, que sin embargo no son más que los depositarios del saber social— la que decide la suerte del individuo, con lo cual resulta que éste no es un individuo en el sentido en que habitualmente entendemos la palabra. En la sociedad india de antaño, el individuo no representa en sí mismo una totalidad social, sino que sólo es el elemento constitutivo de esa otra totalidad, la colectividad. (Todorov, 13).

2.EL UNIVERSO DE PECADO

         En Pecado la narración está contada en tercera persona. El narrador no busca desaparecer y ceder lugar a protagonistas sino por el contrario asume su compromiso. El narrador, encomienda a Irina la tarea de convertirse en ojos del relato. En un juego temporal mira el pasado desde el presente y a veces se instala en el pasado para hurgar obligado en la memoria y exigirle detalles y narrar desde ella,

Al tercer año de ausencia, la gran noticia nos tomó por sorpresa: las Susanas mandaban decir que había que limpiar, arreglar y tender camas, porque ese diciembre la casa volvería a ser habitada. (…) No hace falta decir cuánto nos esmeramos preparando el escenario del reencuentro, ni contar cómo pulimos y brillamos, y preparamos el arroz con coco y el sancocho de bagre, y tuvimos lista la ensalada de mariscos y el jugo de mango… (Restrepo 93).

         El narrador todo lo sabe, su percepción descubre vetas oscuras en personajes.

El viaje en lancha de todos modos trae sus compensaciones para el Nenito: van sentados lado a lado   y el muslo de ella se pega al suyo. Él retira su pierna respetuosamente, entiende que el vaivén del mar produce el roce, así que lo evita, no quiere importunar o parecer grosero. Pero ahí está otra vez, el muslo de ella pegado al suyo, y si él lo retira, ella vuelve a acercarlo. ¿Será que Diana no se da cuenta?, debe preguntarse el Nenito.

( Restrepo 48 – 9)

         Sabe también las maldades que piensa y comete el monarca,

El segundo celador, más joven y optimista, asegura que Felipe tardó cuatro meses en alcanzar la Gloria. La tercera integrante del grupo, una mujer que casi no cabe en su uniforme, opina que el lapso no fue de cuatro meses, sino de cuatro años. Felipe no se arrepiente de haber sido severo en los castigos, sino de haberlo sido demasiado poco. No pide perdón por su crueldad. 

(Restrepo 21 – 22)

     El rey ha querido que la marca de su identidad sea esa parrilla, y consagra su Palacio a San Lorenzo, el mártir que muere asado. “Pero, al mismo tiempo, a Felipe no le tiembla la mano al mandar gente a la hoguera. Los inviernos se dejan venir más fríos que nunca, la peste asuela y el hambre aprieta. Tambalea el Imperio” (Restrepo 23).

     Nada de lo que se vive en Pecado pertenece a la normalidad que pretenden los lugares de poder encaramados en la figura del pulpo. Todo es extremo, desbordante. Así también Emma con los avatares que cuenta en su entrevista con la periodista.

     Una brocha agresiva con golpes apurados va pintando el universo pecaminoso de numerosas e infinitas oscuridades:

Tan santa  y tan pura, la Mechudita, allá entronizada en su callejón, entre su nicho de flores y velas, mientras a su alrededor pululan las putas, las peleas a machete, la venta de basuco y el vómito de borracho, porque ésta viene siendo la olla más podrida, el último rincón del infierno; las peores goteras del Paraíso. Y le vienen a Arcángel con el cuento de que precisamente allá acaban de ver a su madre. El Arcángel no lo cree, cómo va a aceptar semejante calumnia … (Restrepo 165).

Pecado es una serie continua de imágenes que desbordan la ficción instalándose en la realidad para regresar desde ella nuevamente al relato.

     De todos los personajes, es el Arcángel el que conlleva un proceso de metamorfosis que llega al lector a través de voces, en primer término la voz narradora:

— Entonces Angelito sigue vivo…

Pero cambió de nombre. Fue Angelito de pequeño, según lo bautizó su madre, y a partir de los dieciséis se hizo llamar Arcángel. (…) Ese alias debió parecerle más poderoso, más resonante, y lo adoptó para hacer maldades.

Llevo la mano cansada, decía. Cansada, sí, pero de tanto hacer daño. Y ahora que es leyenda ya no se llama Arcángel, ni tampoco Angelito. Solo Ángel. (Restrepo 141)

     Luego, en un diálogo figurado conocemos el abandono que padeció El Arcángel, su madre y el resto de hermanos.

     — Y del padre  qué se sabe, qué habrá sido el padre de ese muchacho.

            No volvió a saberse nada. Por estas comunas no se estilan padres, todos se largan para no volver.

          Arcángel hace las veces de padre de sus hermanos.

    Y de marido de su madre…

    Pues prácticamente. En todo, menos en la cama. (Restrepo 143)

     El entorno lindante al Arcángel es igual al de Crimen y Castigo de Fiodor Dostoyevski (escritor ruso preocupado por el comportamiento humano en el contexto político, social y espirtual de la Rusia del S. XIX), de pobreza extrema, familias destrozadas por las urgencias desprotegidas, pobreza que duele: habitaciones devastadas, paredes raídas por donde se descuelga la dignidad, El Arcángel padece como Raskolnikov. Tan solo el alcohol es el alivio en Crimen y Castigo y en Pecado, el padre del Arcángel  llora sobre la letra de un tango tirado sobre la mesa de un bar. “Lejos, en una cantina de algún otro barrio, estará su padre ahogándose en alcohol y llorando sobre un tango. (…) Pero el padre del Arcángel llora, ése sí que llora,  porque sabe que no es cierto. Miente el tango, no hay regreso”. (Restrepo 147).

     El Arcángel es la construcción social del bandido. Las maldades cometidas son muchas y algunas muy graves, como quitar la vida a otras personas. No resistió a estructuras que parece están prefijadas en la sociedad y ésta lo introdujo por caminos laberínticos de los que no pudo salir.

“Madre no hay sino una, padre es cualquier hijueputa, así reza la leyenda que el Arcángel trae tatuada en la espalda”. (143)

Buena moza y mandona, asediada por el racimo de sus otros hijos, su madre mete bulla allá abajo, en la acera de enfrente, junto con las mujeres de la vecindad. Entre todas improvisan parrilla y cocinan sancocho, morcillas y natilla; lo de rigor por las épocas estas. Hasta Arcángel suben el humo y el olor de la fritanga.  A él la Navidad le gusta, aunque haya quien opine  que es la época más triste. Ya de por sí es nostalgioso, el muchacho, y hacia finales de año le da por pensar que esas Pascuas van a ser las últimas. En todo caso el niño es de temer cuando se pone triste, y ésta es temporada buena para el negocio bravo. Hora de cosecha, como quien dice. Cosecha de huesos. (Restrepo 145 – 146).

     Arcángel remite también a La Metamorfosis de Kafka. Él es consecuencia de la sociedad pero ésta rehúsa de él, abriendo una gran paradoja; es la que lo construye pero después no lo acepta demostrando la hipocresía reinante. Desde lo político – económico y sin ningún ánimo de justificación, no se le ha proporcionado la posibilidad de una luz en la oscuridad de su vida aprisionada por obligaciones. Esto porque es conmovedora la relación con Dolorita, su madre.

CONCLUSIONES

         La novela Pecado transita por las calles pobladas de la Intrahistoria. Una y otra son los lugares comunes desde donde se elevan las voces clamando protección, justicia social, paz, derecho a la tierra, justo reparto de riquezas.

         Pecado traza una línea por el camino del tiempo histórico desde los tiempos de Felipe II hasta la actualidad

         Las voces anónimas pueblan todos los momentos y recorren sistemas dentro de los cuales se desarrolla la cotidianeidad.

         Si bien la Historia señala un tiempo de globalización que llega a todos los puntos cardinales, existen realidades específicas de un lugar preciso de Latinoamérica como es Colombia, desde donde emerge la novela Pecado con cuestiones universales humanas como la soledad, la impotencia y porqué no también la búsqueda de un marco positivo de convivencia social, de justicia. A la par de las voces que gritan sus lamentos denuncian la necesidad de una esperanza de cambio.   Nombrar todos los hechos que enuncia la novela es marcar profundas diferencias entre un pasado de torturas y muertes y un futuro que se anhela sea distinto y mejor.

         Muchos de los acontecimientos se desarrollan en un marco que parece diseñado especialmente y es el paisaje, también la música que acompaña todas las instancias de la novela: es regocijo, denuncia, vaciedad, también mediocridad. Las letras de las canciones resuenan también como voces.

         Las Susanas llegaron desde un lugar de dominio con vehículos que exhiben rostros de primer mundo  y vestimenta de última generación. Llegaban con víveres de ciudad, piel pálida y aires de distinción. Todos los beneficios de la gran ciudad en contraposición con la escasez de San Tarcisio. Llegaban a este lugar en el que habían encontrado el Paraíso. San Tarcisio era ese lugar para temporadas solamente mientras la gente del lugar continúa con su vida simple y carenciada.

Hay en Pecado un tejido con hilos diversos trenzando una red sobre una plataforma de dimensiones desconocidas llamada globalización, realidad que no ha llegado sola sino trajo atadas a su bies urgencias y paradojas; urgencias a su vez encadenadas a imposiciones y obligaciones que ignoran el pasado y apresuran el futuro hasta reducirlo al máximo hasta el instante – hoy; acoso a la imagen con la urgencia de juventud; paradojas como la soledad amenazante que desde lo individual se multiplican a multitudes inaugurando una soledad colectiva. También idolatría al consumo hasta el dolor por las carencias y ajenidades; despojo de los afectos¸ ataque a la silueta humana individual extendiéndola sin medida hasta desdibujar su contorno y diluirla en una nube informe. En ambas novelas hay callejones oprimidos por el crimen y el olvidoy sociedades que han perdido sus reglas de convivencia y normas institucionales no reconociéndose como habitantes de las mismas circunstancias sino desorientadas y, en muchos casos indolentes.

     Pecado es una novela con trazos apocalípticos sin embargo apuesta a la esperanza. Desde aquel pecado original  donde la multitud habitante de la tierra descubre el deseo y desde él el placer, la relación de sexos (graficada por el picoteo de frutas), se descubren y muestran los rostros más grotescos de personajes y hechos para resignificar el placer, el que tiene otro significado. Es una novela de pasados que realiza un camino hasta el presente por un camino de torturas, mutilaciones, en un tiempo muy largo de cuatrocientos años.

     La novela también realiza un señalamiento de necesidades esenciales encabezadas por la paz, pero no declarativa sino que se vea corporizada con urgencia en el otro, para restablecer así, entre tantas cosas, la confianza entre todos. Porque pareciera que la guerra y la violencia es el hilo que une a los colombianos al destruirse las profundidades religiosas cuando se develan las atrocidades cometidas por la iglesia.

    Las voces que gritan desde la oscuridad hacen escuchar los lamentos de Dolorita, la madre de El Arcángel; los pedidos de libertad de Emma; las voces que quedaron selladas en el aire por Catarino Arena, tratando de limpiar las culpas; las de las Susanas con sus entonaciones de ciudad.

     Las realidades nombradas a partir de su existencia en Pecado, tales como la injusticia laboral, social y económica; el desprecio por el medio ambiente, la construcción permanente de angustias extremas en las personas; el homenaje a todas las frivolidades; la discriminación; la desconfianza entre personas; la violencia instalada en las calles y detrás de las paredes son indicadores que la democracia fue usada como una figura con fachada y nada más. Su morfología es metamorfoseada a un envase al que se llena con el mayor desparpajo con las realidades antes nombradas, totalmente opuestas a los clamores de la gente.

      Los episodios relatados son las microhistorias de las que hablaba Ginzburg o la intrahistoria inaugurada por Unamuno, son esos inmensos instantes de vida anónimos donde reside la única verdad.


Referencias:

[1] Pecado, es la muestra de las faltas humanas y también de sus virtudes en la narración de Laura Restrepo.

[2]      San Lorenzo, Fue martirizado en una parrilla de hierro y murió quemado en el S. III. Profundo defensor de la caridad de Cristo.

[3]    San Tarsicio, murió martirizado en la Via Apia de Roma en el año 257 a.C. por defender la Eucaristía en  el gobierno de Valeriano emperador.

[4] Todorov Tzvetan, filósofo, lingüista, crítico literario búlgaro francés (1939 –  2017).

OBRAS CITADAS

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